37 años después de que la Unión Soviética realizara el último alunizaje de un artefacto fabricado por el hombre, China logró ayer posar en el suelo de la Luna la sonda Chang E3, en una acción que supone la reactivación de una rama de la carrera espacial, la exploración lunar, que parecía olvidada desde los grandes hitos de los años 60 y 70. La tercera misión de las sondas Chang E aterrizó con suavidad en el satélite terrestre, casi sin levantar polvo lunar, a las 21.12, hora local china (13.12 GMT), 12 días después de haber partido de la base de Xichang. La maniobra se inició en la más cercana de las órbitas en la que la sonda se ha situado en los últimos días, a 15 kilómetros de la superficie de la Luna, desde donde comenzó a desacelerar su velocidad original. Describiendo una parábola descendente, la nave planeó hasta la planicie Sinus Iridum (Bahía de los Arcoiris), una llanura basáltica nunca antes explorada.