TMte inquieta el teatro del absurdo que no están ofreciendo. Absurdo que los ciudadanos asistamos como meros espectadores a una representación en la que nos jugamos tanto. Hoy tenemos una cita con las urnas. La fiesta de la libertad que tantos años a los españoles nos fue negada. Es importante vivirla, y más que nunca hoy cuando pretenden hacernos creer que el técnico designado es igual que el convecino elegido. Me inquieto cuando oigo justificar el gobierno de tecnócratas. Pobre Europa desconcertada. Cuna de la democracia que ahora, confusa y sin auténticos dirigentes, se echa en brazos de quienes no se han sometido al veredicto del pueblo, de aquellos que con el corazón frío y una mente unidireccional, se limitarán a cortar por lo sano. No quiero amputadores, serrucheros de trincheras, matasanos fríos. Quiero analistas sociales que sepan dónde cortar y dónde aplicar cuidados paliativos. Quiero que los políticos, los elegidos, los representantes de sus vecinos, se opongan a esta corriente que va tomando fuerza y que no es más que la escalofriante expresión de la impotencia. Inquietante lo que veo y los argumentos que oigo. Justificando unos la llegada al poder de los hombres de las sierras , y reflexionando otros (con naturalidad pasmosa) sobre la posibilidad de que podamos encaminarnos, aunque sea provisionalmente, a una forma distinta de la democracia.

En oyendo la radio, viendo la televisión, navegando por internet, no dejamos de ser meros espectadores del teatro del absurdo, de la farsa que otros representan sin nuestro concurso. Hoy más que nunca, el hecho de ir a votar, es importante. Dejemos el patio de butacas y subamos al escenario. Elijamos nuestros representantes y plantemos cara a los que pretenden llevarnos por peligrosas sendas.