Un científico británico que compró una pequeña pieza de ámbar a través de eBay, conocido portal de subastas en internet, se ha llevado una gran sorpresa al descubrir que la resina fosilizada, que le costó apenas 20 libras esterlinas (25 euros), tiene en su interior un tesoro excepcional: un pulgón o áfido de una especie ya extinguida y totalmente desconocida para la ciencia. Nunca antes había sido catalogada y ni clasificada.

Richard Harrington, vicepresidente de la Real Sociedad Entomológica del Reino Unido y director científico del Centro de Bioenergía Rothamsted, compró el fósil a un particular de Lituania. El minúsculo insecto de su interior era visible, pero el investigador no imaginaba en absoluto que se trataba de una especie tan especial. Lo compró como una curiosidad interesante: "No es raro encontrar insectos fosilizados en ámbar, incluso en eBay, pero que sea una especie nueva es algo único", dijo. El pulgón ha sido guardado en el Museo de Historia Natural de Londres.

CONFIRMACION Tras recibirlo, Harrington decidió enviar el ámbar con el pulgón al danés Ole Heie, un reputado experto en áfidos, que fue quien finalmente confirmó que el insecto pertenecía a una especie extinta del género Mindarus que nunca había sido descrita, según informa en su web el Centro de Bioenergía Rothamsted. Los detalles del descubrimiento han sido publicados en la revista de la Real Sociedad Entomológica.

PLAGAS EN LA AGRICULTURA El insecto, que mide entre tres y cuatro milímetros de largo, debió de quedar atrapado al posarse sobre una gota de ámbar, posiblemente de una especie arbórea ya extinta llamada Pinites succinifer. A la pieza se le calculan entre 35 y 50 millones de años. Los pulgones, unos pequeños insectos que se alimentan de plantas, son conocidos especialmente por las plagas que causan en la agricultura. Hoy se tiene constancia de la existencia de alrededor de 4.400 especies cuyos tamaños varían entre uno y 10 milímetros de longitud.

"Pensé que sería bueno llamarlo Mindarus ebayi --declaró Harrington a la BBC--, pero, desafortunadamente, bautizar especies con nombres raros no está bien visto". Así que, al final, el experto en áfidos escogió un nombre que hiciera honor a su descubridor internauta: Mindarus harringtoni.