El susto de muerte que se llevaron 34 operarios del AVE en los túneles de Guadarrama podría, paradójicamente, acabar salvando muchas vidas. El suceso ha puesto de relieve numerosas deficiencias de los sistemas de seguridad, algunas de la cuales el Ministerio de Fomento se ha comprometido a solventar.

Quienes denunciaron con más énfasis los problemas fueron los responsables del cuerpo local de bomberos de Segovia, que se ocupó y dirigió la operación de salvamento. Su director, Jose Luis del Pozo, explicó en rueda de prensa que actuaron sin disponer de ninguna información sobre el plan de emergencia ni haber entrado antes en los túneles. Dada la escasa visibilidad provocada por la humareda, tuvieron que moverse casi a ciegas.

Los equipos de extinción tampoco disponían del material necesario de haber alcanzado el incendio mayor envergadura. Es más, tuvieron que esperar la llegada de equipos de oxígeno con mayor autonomía, lo que retrasó el rescate unos 15 minutos. "En España sólo hay dos equipos así, y para una obra como ésta habría que disponer de ellos", consideró el jefe bomberos.

Los equipos autónomos de oxígeno que llevaban los empleados atrapados eran "muy precarios", según Del Pozo. Si les hubiera alcanzado el humo, los empleados "no hubieran sobrevivido más de 30 minutos".

El primer tren que partió al rescate de los atrapados contribuyó al caos. Descarriló tras recorrer 200 metros con los 34 trabajadores a bordo. El accidente se produjo al saltar el enganche de una vagoneta por una deficiente colocación, quizás debido a las prisas y a los nervios.