El submarinista que sobrevivió tras permanecer siete horas en el mar, después de la muerte de sus dos compañeros al sufrir un accidente la embarcación en la que se encontraban en la ría coruñesa de Noia, ha explicado que se ató a los cadáveres para evitar morir de frío.

Así lo ha indicado hoy un trabajador de la Cofradía de pescadores que participó en las tareas de búsqueda de los tres, que desaparecieron tras salir a practicar pesca submarina la tarde del sábado, y que fueron localizados la madrugada del domingo, dos de ellos muertos, debido a la rotura del cable de la hélice que desestabilizó la embarcación y les destrozó la cabeza.

El único superviviente, José Manuel Pérez Míguez, relató tras su rescate que se ató a los cadáveres de sus amigos para que no lo arrastrara la corriente y que se apoyó en ellos para evitar morir de hipotermia, ya que tenía desnudo el torso. Los equipos de salvamento localizaron hacia las 03.30 horas del domingo al superviviente agarrado a la embarcación volcada con los dos cadáveres de los otros dos tripulantes.

ROTURA DE LA EMBARCACIÓN

Las dos víctimas son Juan Torres Parada y Benigno Torres González, ambos primos, de 26 años, que solían habitualmente practicar pesca submarina en la embarcación, de cinco metros de eslora. Un empleado de la Cofradía de pescadores, Francisco Quintáns, amigo de las víctimas y que participó en las labores de su búsqueda, indicó que Pérez Míguez relató que hacia las 20.00 horas del sábado, cuando se disponían a regresar al puerto, repentinamente el cable de la hélice rompió, la embarcación comenzó a dar vueltas y los otros dos tripulantes murieron.

Precisó que en ese momento él se encontraba en proa y "solo llevaba puesto el pantalón de neopreno", por lo que con el paso del tiempo y a medida que empezó a tener frío decidió "atarse a sus compañeros" muertos. Según relató el superviviente, creyó que "si moría, rescatarían los tres cuerpos juntos", dijo Quintáns. El hombre, que finalmente fue hallado con síntomas de hipotermia tras siete horas en el mar, afirmó que "en algunos momentos sentía mucho frío, pensaba que se iba a morir de frío".

Mientras permaneció en el mar, el joven "se apoyaba en los cadáveres" de los submarinistas fallecidos para evitar el oleaje y el frío del agua, indicó Quintáns, que acostumbraba a jugar a fútbol con los dos primos fallecidos. Los dos jóvenes fallecidos serán enterrados esta tarde en los cementerios de San Pedro de Muro y de Queiruga, tras un funeral conjunto a las 17.00 horas, y el Ayuntamiento ha decretado dos día de luto oficial.