´EL SEÑOR DE LOS ANILLOS. EL RETORNO DEL REY´

SALAS: Cáceres, Plasencia, Badajoz, Mérida, Don Benito, Almendralejo y Zafra.

El interminable final de El retorno del Rey , tercera y última parte de la trilogía El señor de los anillos , es paradigmático respecto a las características globales de toda la película y, de hecho, de la trilogía completa. Su última media hora resulta aburrida, monótona y narrativamente disparatada porque se llega a perder la cuenta de cuántas veces podría acabar el filme y no lo hace. Y, sin embargo, la adaptación de esa parte de la obra literaria es meritoria, deshaciéndose la obra cinematográfica de vacuas descripciones, reiteraciones innecesarias y expresando en pocas imágenes lo que Tolkien narró en miles y miles de palabras.

El retorno del Rey es un filme a ratos deslumbrante desde el punto de vista visual, narrativamente muy desigual, técnicamente brillantísimo. Estas tres características resumen lo mejor de las tres películas y lo peor de la trilogía. Sin temor a ser excesivamente duros, podemos afirmar que de donde no hay más, no se puede sacar más y, en este sentido, se puede defender que la adaptación que ha realizado Peter Jackson (director y co-guionista) de la obra de Tolkien es la mejor de las posibles, lo que no le otorga, en sí mismo, el certificado de alta calidad.

Por lo demás, hay que atribuir a los creadores de la serie cinematográfica dos méritos que van más allá de lo esperable y elevan el texto fílmico por encima del literario, aspectos ambos que aparecieron en la segunda parte y se consolidan en esta tercera.

El primero es la supervivencia de lo emocional sobre lo puramente descriptivo, logro alcanzado mediante la creación de unos personajes de una solidez psicológica mucho mayor que en la novela.

El segundo aspecto y más importante lo constituye la creación de Gollum que pasará con seguridad a la historia del cine como un ejemplo de personaje rico en matices, mitad hombre mitad monstruo, tierno y cruel al mismo tiempo, simpático y despreciable, símbolo de la oscura ambigüedad humana entre la bondad y la maldad, icono de la avaricia, mártir del deseo imparable de poder.