El Tribunal Supremo avaló ayer la preocupación de unos padres que solicitaron el divorcio de su hija, en coma desde que sufrió un accidente de tráfico, por la "desafección" de su marido. El alto tribunal apoya esta petición porque considera que el matrimonio no puede convertirse "en indisoluble" cuando una persona está incapacitada.

Raquel Martín y Miguel Angel Sánchez se casaron en 1998 y no tuvieron hijos. Dos años después Martín sufrió un grave accidente de tráfico que le provocó una tetraplejia y la dejó en un coma del que no se ha recuperado. El marido obtuvo la tutela de su mujer en primera instancia, pero los padres fueron nombrados después sus tutores "ante su mayor disponibilidad para hacerse cargo de la tutelada".

Cuatro años más tarde, en el 2004, los progenitores lograron la separación de su hija porque su marido "la iba a visitar muy poco, no había acudido al centro ni la había llamado" y era muy joven, por lo que podía "rehacer su vida". Además, Martín ya había consultado con un abogado, antes de su accidente, los trámites para separarse.

El marido se negó a la separación y al divorcio que fue concedido por la Audiencia de Alava en el 2008. El alto tribunal avala esta decisión porque "constituiría una falacia negar el ejercicio de la acción de divorcio a los tutores", ya que está en juego "el derecho a la libertad de continuar o no casado". No obstante, los jueces exigen que la petición no sea arbitraria. Y explican que el matrimonio se convertiría en indisoluble si la parte capaz "no quiere demandarlo". El Tribunal Constitucional ya autorizó un divorcio en un caso similar en el 2000.