El Tribunal Supremo rebajó ayer cinco años la pena impuesta por la Audiencia de Barcelona a la madre de la niña Alba, que sufrió unas palizas brutales de su padrastro que le han provocado una invalidez irreversible. A pesar de ello, Ana María Cano deberá pasar 15 años y medio en la cárcel y no recibirá ninguna información sobre la evolución de su hija. Además, el alto tribunal confirmó la pena de 22 años de cárcel para el padrastro.

Los jueces anulan la condena de lesiones que impuso la Audiencia a Cano porque esta desconocía que su compañero sentimental había roto el húmero a su hija y, por tanto, "no pudo evitar" la lesión. No obstante, el alto tribunal reprocha a la madre que no haya "adoptado decisión alguna" para evitar las agresiones a la pequeña.

Según explica la sentencia, Ana María y su pareja, Francisco Javier Pérez, comenzaron a convivir en diciembre de 2005 en un domicilio de la localidad de Montcada i Reixach (Barcelona) junto con la hija de la acusada Alba, quien tenía cuatro años.

El 18 de diciembre de 2005, la menor fue ingresada en el Hospital Materno Infantil Vall d´Hebrón de Barcelona, donde le diagnosticaron, entre otras lesiones, fractura de húmero derecho y fue intervenida quirúrgicamente. La Audiencia de Barcelona imputó a Francisco Javier la paliza que le rompió a Alba un brazo y los maltratos a que la sometió mientras la pequeña vivió con él, atándola a la silla para comer y obligándola tragarse sus vómitos, así como dándole de beber con una jeringuilla con la boca precintada.

Respecto a otra paliza del 4 de marzo del 2006, la Audiencia estimó probado que el procesado se quedó a solas con la niña en su piso, después de que ella no quisiera salir para ir a la feria, y la "zarandeó brutalmente y con tal violencia" que le provocó un hematoma subdural en el cerebro. Actualmente, Alba tiene un deterioro muy grave de las funciones cerebrales.