La semana pasada nos enteramos de la historia de dos poderosísimas empresas tabaqueras que se han lanzado a captar adeptos en el más pobre de los continentes una vez que han visto el retroceso de ventas del llamado primer mundo. La estrategia es la misma que utilizan los traficantes para enganchar adeptos: fijar como objetivo niños y adolescentes a los que regalar inicialmente el producto, crearles la adicción y esperar a que luego saquen dinero de debajo de la tierra para seguir manteniendo sus dosis de nicotina, alquitrán y demás sustancias. Tampoco es un asunto como para escandalizarse porque no cabía esperar de esas empresas ni ayuda humanitaria, ni dotaciones y equipamientos para las áreas de neumología de los hospitales nigerianos. Lo que sí que da para reflexionar es el desprecio de la condición humana que se gastan determinadas empresas y lo tranquilos que dormirán los accionistas cuando reciban la transferencia del reparto de dividendos. Mientras los estrategas discurren la manera de seguir vendiendo humo sin importarles la salud ajena, el llamado mundo civilizado se impregna de una moral a la que ya no podemos llamar doble porque es simple y rastrera: el beneficio propio por encima de cualquier cosa. Con esa premisa se esquilman continentes, se explota mano de obra, se utiliza a personas como cobayas, se les trata como carne humana cuando vienen en pateras y algunos pretenden repartir desde aquí lecciones de civilización. Un continente que se muere de hambre, sed y sida acaba por ser para un par de multinacionales una nueva área en la que extender el cáncer de pulmón. http://javierfigueiredo.blogspot.com ...