La terna salió a hombros, con dos orejas cada uno, en la corrida que inauguró ayer la II Feria de Invierno en la madrileña plaza de Vista Alegre, un festejo en el que por encima de trofeos destacó Talavante por disposición y ejecución ante El Juli y José María Manzanares.

La generosidad del palco fue notoria. Y es curioso, pues era uno de los presidentes del equipo que actúa en Las Ventas. Aunque la misma condescendencia hubo en el tendido, y se supone que el público también era el habitual de la monumental madrileña.

Los toros de Garcigrande, sin embargo, no dejaban lugar a dudas: no eran de plaza seria. Talavante marcó la diferencia en el tercero. El mejor toro y la faena de la tarde. Muy inspirado y con arrebato, Talavante toreó con temple, quieto y parsimonioso, ciñéndose y gustándose mucho. Una tanda a derechas, dejando la muleta en la cara para engarzar dos, tres y hasta cuatro seguidos, sin rectificar posiciones, fue el verdadero órdago de su quehacer. En el sexto, sin contenido, no fue posible hacer nada. Hasta el público le pidió que abreviara.