Da gusto verles tocar. Ninguno tiene más de 10 años y mañana se enfrentarán a un auditorio exigente en Oporto en una de las exhibiciones organizadas por Yamaha, uno de los principales fabricantes mundiales de instrumentos. Celia Calvo, Alejandro Guerra, Guillermo Rivero y Alberto Rea, todos alumnos de la escuela Enclave en Cáceres, representarán a España en una convocatoria para niños aprendices de piano.

Con un método basado en el contacto desde el primer momento con el instrumento, Yamaha forma a nuevos talentos a partir de los tres años. "Lo que tratamos es que los niños sean capaces de expresarse con la música desde edades muy tempranas, componiendo y tocando sus propias composiciones y siendo capaces de improvisar", explica José Luis Egüen, uno de los responsables de Yamaha en España, encargado de seleccionar a los cuatro alumnos extremeños que irán al país luso.

En esa dirección han trabajado para conseguir el primer logro de sus incipientes carreras: tocar ante el público y formar parte del cartel de un evento que también contará con niños de una escuela portuguesa y para el que se ha elegido como escenario el Museo Nacional Soares dos Reis de Oporto. Alejandro, con solo ocho años, y Celia, con 10, compartirán piano y tocarán a cuatro manos una pieza compuesta por el niño y titulada Canción del sol . "Es alegre", dice el pequeño, alumno del colegio Dulce Chacón y que lleva desde los cuatro delante de las teclas.

El responsable de Yamaha hace hincapié en que "para estos niños que aprenden de forma natural la música y armonía lo más importante no es la interpretación sino expresar su propia composición". Observar a Guillermo, Alejandro, Celia y Alberto en acción así lo demuestra, ejemplos de la importancia de la música en la educación del niño.

A los padres, que acompañarán con tanta o más ilusión que sus hijos en la aventura lusa, la experiencia también les ha valido para verles crecer en la formación musical. En el caso de Guillermo, que une al piano la afición a la flauta travesera.

Con piezas propias

A su padre, José Rivero, se le iluminan los ojos cuando detalla los progresos de los pequeños mientras les ve ensayar. "Los niños se familiarizan con el instrumento desde el primer día. En la escuela hay alumnos desde los tres a los 99 años", bromea para dejar claro que la música no tiene edad. La escuela Enclave cuenta en la capital cacereña en la actualidad con más de 500 en sus modernas aulas en un pasaje de la calle Hermandad.

Si Alejandro y Celia tocarán el mismo piano en Portugal, a Alberto y Guillermo, alumnos del colegio San Antonio, lo harán cada uno en el suyo. La pieza compuesta por el primero se denomina Magia , a la que están dando los últimos retoques para pasar con nota la prueba en Oporto. "Es un instrumento divertido", afirma Guillermo. Para Alberto, el piano supone un alivio contra el aburrimiento.

Aunque todavía es pronto en sus vidas para que sepan si van a dedicar a la música, todos tienen claro que el piano les acompañará allá donde vayan. Quizá se vean en el futuro en un gran escenario haciendo de maestros o, simplemente, hagan disfrutar tanto como ahora a sus profesores y padres con el talento que demuestran. La primera prueba la tienen mañana en Portugal.