TEtl sábado pasado estuve en el MEIAC y me llamó la atención que por cada tres españoles de visita, había diez portugueses. Pudo ser una casualidad, pero no deja de ser una curiosidad. Fui al Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo de Badajoz a contemplar la exposición de 222 fotografías de Ruth Matilda Anderson. Son fotos de costumbres, gentes, pueblos y paisajes de Extremadura tomadas entre enero y abril del año 1928. Frente al respeto que mostraban en su deambular entre las fotografías las familias portuguesas, un grupo de jóvenes extremeños se dedicaban a reírse, a carcajada histérica, de sus antepasados: este traje, aquella cara, esa arruga... ¡Qué lamentable!

Supongo que a cada visitante le encandilará una foto diferente. A mí me llamó la atención la de un aguador cacereño cogiendo agua en Fuente Concejo durante aquel invierno de hace 76 años. Llenaba los cántaros con un embudo y luego se los llevaba a sus clientes: les cobraba 25 céntimos por cuatro cántaros. Once fotos del cortijo de los Arenales (popularmente, Casa de las Cigüeñas, en la carretera de Cáceres a Malpartida), permiten conocer lo que en 1936 fue campo de concentración y en 2005 será hotel de lujo. Esas 11 fotos retratan desde las zahúrdas que, ya desvencijadas, se ven cerca de la carretera, hasta el interior del palacio con sus cuadros de caballos, su gabinete con el sofá tapizado de damasco amarillo y la alfombra de cuero de potro. Las fotos están expuestas hasta el 16 de enero y contemplarlas entretiene, emociona e instruye.