Casar de Cáceres inauguró ayer su nueva plaza de toros, un nuevo coso multiusos, que se anuncia como un nuevo espacio cultural. La plaza, comodísima, da cuenta de que en un inmediato futuro se cubrirá. Ciertamente los toros son cultura y por la estructura del nuevo coso los festejos taurinos serán su principal uso, bien es verdad que compartiéndolo con otras actividades.

Son los nuevos tiempos, a los que la Fiesta también se acomoda. Pero es una gran satisfacción para los aficionados saber que cuentan en Extremadura con una nueva plaza, en lo que es un tácito reconocimiento de lo mucho que los toros suponen en nuestra tierra, como seña de identidad que son, pues además la tauromaquia vive en esta región su particular Edad de Oro.

La corrida de El Quintanar resultó, sobre todo, muy justa de raza. Fue un encierro muy bien presentado, con cuajó pero tal vez con exceso de kilos, y muy en el tipo de su encaste Torrestrella. Pero tras unas primeras acometidas, pronto los astados se vinieron muy a menos. No pusieron en dificultades a los rejoneadores, pero todos, sin excepción, se pararon. A ello tal vez ayudó el mal estado del piso, de dorado albero pero muy blando, sin asentar. Por ello la brillantez en tarde tan señalada la pusieron los caballeros.

El toro que abrió plaza quedará para la posteridad y su nombre era Borrachito. Fue un astado con cuajo, serio de hechuras, herrado con el número 46 y de pelo negro. Fue un toro deslucido por muy parado, al que respondió Andy Cartagena con una faena animosa mas de poco lucimiento. Prodigó el cartagenero las banderillas al violín pero lo único destacable fue su labor con las cortas. El público, muy cariñoso, le premió con un trofeo.

El cuarto fue un sobrero de capa burraca y salió con pies, pero ello fue un espejismo. Con él protagonizó Cartagena un tercio de banderillas en lo que el caballero lo puso todo, clavando al quiebro en los medios y superando el poco celo del burel. Eficaz con el rejón de muerte, Andy culminó su tarde con dos nuevas orejas.

Diego Ventura dio cuenta de su dimensión como torero a caballo. Y lo hizo ante dos toros que muy poco pusieron de su parte. Como su primero, muy reservón pero al que hizo una faena intensa en la que todas las ventajas eran para el animal, cuando clavaba en los medios en un palmo de terreno. Lucía la valentía de Distinto, un caballo que a toro arrancado es capaz de andar hacia atrás antes de dar la batida al pitón contrario. Fue esa una labor de peso que le supuso al sevillano los máximos trofeos.

También brilló Ventura ante el quito, pronto a la defensiva. Ahora el espectáculo lo brindó Morante, un tordo valentísimo capaz de dar dentelladas a los toros a fuerza de llegarles mucho. Completó el rejoneador su tarde con otras dos orejas.

Completaba el cartel el extremeño Leonardo Hernández, quien sorteó un espectacular toro de capa alunarada pero que se dañó y rodó varias veces por el mal piso de plaza. El joven torero a caballo, muy entregado, tuvo el mérito de llevar a cabo toda su labor en los medios, donde clavó con recursos, para pasear su primera oreja.

La lidia del sexto fue muy dificultosa por la acusada querencia del de El Quintanar a las tablas. Primero sobre Oh 31 y después sobre Quieto, protagonizó un segundo tercio muy completo, dejando llegar al astado y clavando bien, de arriba abajo y al estribo. Cortó las dos orejas y el rabo.

Casar vivió una jornada jubilosa con inauguración de su coso, con tres rejoneadores que pusieron todo de su parte, y lo consiguieron, para una tarde fuera triunfal.