TAtquella chica que nació con cuerpo de hombre tenía las cejas depiladas, el escote ceñido y el peinado perfecto de una muñeca. Alteró la calma del garito cuando entró acompañada de una amiga. Sus contoneos junto a la barra mientras pedía una copa dejaron a los camareros boquiabiertos mientras en el equipo de sonido se escuchaba a M-Clan. Verla de lejos ya imponía por su envergadura, aunque lo que más sorprendía era el milagro que la medicina había obrado para convertirla en mujer. Hubiera sido más difícil descubrirlo en un local menos iluminado, pero las luces de aquel sirvieron para que la presentación fuera más fácil. "Me llamo Yureima , vivo en el Paralelo de Barcelona y soy bailarina", respondió con educación y simpatía a la pregunta sobre qué le había llevado a escaparse hasta ese lugar. Comprendí entonces que todas sus explicaciones me servirían de aprendizaje vital, acostumbrado a que casi todo me pareciera igual entre la tropa de aquella noche. "Tengo un novio rockabilly, con una banda que hasta cobra por tocar", me dijo. Luego intercambiamos opiniones sobre los tatuajes que adornaban su brazo derecho, bellísimos y espectaculares y que le daban ese aura de personalidad cada vez que hablaba. Me di cuenta de que venía del mundo de la noche. Se le notaban las horas de recorrido, aunque juraría que no había llegado a los cuarenta. "Mira tío, a mí me gusta ser una chica pin-up". Sus explicaciones me bastaron para darme cuenta de que solo escuchándola había viajado a los mundos que ella dibujaba. Su amiga había desaparecido y era hora de marcharse. Me miró de frente como si aquella conversación le hubiera sabido a poco. Prometo no olvidar su nombre para la próxima.