Es el rey de la carretera y asegura que jamás ha sufrido un percance. Su labor es vital, nunca mejor dicho, pues además de llevar a gente importante --para él todos los clientes son importantes-- en los asientos de atrás, gracias a él han llegado a tiempo a su destino órganos que tenían que ser trasplantados a un enfermo o medicamentos que debían ser suministrados con urgencia y que se encontraban a kilómetros de distancia. Se llama Antonio Baños, y trabaja codo con codo con Antonio Baños hijo. Ambos son taxistas de confianza en el hospital Infanta Cristina de Badajoz y uno u otro están de guardia permanente. Nunca dicen que no a una llamada.

Natural de Calera de León, Antonio Baños lleva más de 50 años en Badajoz. Ahora tiene 61 años y medio, de los cuales lleva más de 20 colaborado con el Infanta. Al principio, antes de que el Banco de Sangre se centralizase en Mérida, eran ellos los que se encargaban de llevar un riñón o recoger sangre en Madrid cuando se necesitaba un grupo específico con urgencia.

Antonio Baños padre lleva 27 años de taxista en Badajoz (su licencia es la 120), donde mucha gente lo conoce. Antes de este oficio fue butanero, con lo que siempre se ha ganado la vida con el transporte, desde que en el año 1964 se sacó el permiso de conducir. Con su tarjeta de transporte recorre toda España e incluso sale a otros países. "He ido hasta Alemania", apunta.

Su colaboración con el Infanta se inició con la Unidad de Hematología. Antonio se encargaba de llevar en su coche a médicos y enfermeros por toda la provincia para la recogida de sangre, actividad que cesó cuando el Banco de Sangre empezó a recorrer las localidades con sus propias furgonetas. Cuando surgió la necesidad de trasladar órganos para trasplantes empezaron a llamarlos. Por las condiciones y la urgencia que requiere el transporte, en el taxi solo se pueden llevar riñones.

Ha estado en Madrid, en Zaragoza, en Santiago de Compostela y hasta en Barcelona. El viaje a Barcelona es el más largo que ha realizado con un órgano en el coche. Fue hace tres años y no quiere decir cuánto tardó en llegar "porque si lo digo es capaz de venir la Guardia Civil".

A lo largo de todos estos años habrá transportado más de 40 órganos. Su misión consiste en recoger la nevera, ya preparada, y a lo largo de todo el trayecto lleva puesto el aire acondicionado para mantener la temperatura. La coordinadora de trasplantes lo puede llamar de día o de noche "y en cualquier momento estamos pitando". El y su hijo se organizan, tienen el teléfono abierto y "siempre decimos que sí, claro". Su función es llevar o recoger en cualquier lugar. Antonio Baños no se atreve a decir que él es el más rápido, porque no solo tiene que ver la velocidad: hay que conducir con seguridad. "Lo que pasa --comenta-- es que yo tengo el mejor coche de Badajoz, pero todo influye", añade.

Padre e hijo conducen un Mercedes. Para el padre, es el cuarto. Antes tuvo dos Peugeot y un Seat. El de ahora es un Mercedes 400, lo compró hace 6 años y tiene ya 1.314.000 kilómetros, por lo que está pensando en cambiarlo el próximo año, "por otro Mercedes", porque es el que mejor resultados le da. Al menos hasta ahora nunca le ha fallado. El tampoco.