La solidaridad no conoce fronteras, ni edad, ni condición. Lola Rodríguez, una joven emeritense que estudia 5º de Arquitectura en la Universidad de Navarra, está a punto de iniciar un viaje muy esperado. Dentro de una semana se subirá a un avión rumbo a Guatemala.

El destino es el pequeño poblado de El Tablón, en la provincia de Chimaltenango, donde pasará un mes junto a diez de sus compañeros de clase que durante un mes participarán en una actividad solidaria que se repite por tercer año consecutivo. Su labor será construir cinco casas prefabricadas de hormigón destinadas a otras tantas familias que fueron víctimas, en el año 2005, de uno de los huracanes más devastadores que han pasado por la zona en los últimos años. Durante los días 3, 4 y 5 de octubre ocasionó al menos 1.620 muertes en Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua y México.

Guatemala, junto con El Salvador, fue uno de los países más afectados y donde se acumuló el mayor número de víctimas, tanto mortales, como de desplazados por quedar sin un lugar donde refugiarse. Se calcula que en Guatemala el 75% del territorio resultó afectado.

Lola está encantada con la experiencia. Dice que ya intentó hacer el viaje los dos años anteriores, pero sus responsabilidades académicas hasta ahora se lo habían impedido. Está a punto de acabar los exámenes de su último curso. Este verano, antes de mudarse a Madrid donde trabajará gracias a una beca en una empresa donde le ayudarán a desarrollar su proyecto de fin de carrera, por fin podrá viajar y aprender de esta nueva experiencia tanto para su carrera profesional como para el resto de su vida.

Gracias a este proyecto que parte de la Universidad de Navarra, y que cuenta con la colaboración de la Universidad de Itsmo, en Guatemala, muchas familias han podido abandonar los maltrechos y provisionales refugios en los que viven desde que el huracán acabó con sus viviendas, construidos con lo poco que quedó a su mano.

Este año, sin embargo, Lola y sus compañeros han tenido más problemas de lo habitual para conseguir el dinero suficiente para su desplazamiento y manutención y, sobre todo, para conseguir los materiales necesarios para la construcción de las viviendas. Pero las ganas de ayudar de este grupo ha superado la crisis. Para completar las escasas aportaciones realizadas este año por las empresas, incluso las que habitualmente colaboran con la causa, los estudiantes han vendido camisetas y han organizado tómbolas solidarias. Con lo que han conseguido, han podido sufragar cinco viviendas. Los interesados todavía pueden colaborar haciendo sus aportaciones en las cuentas abiertas por la Universidad de Navarra.