José Manuel Martínez Mayán, profesor de Seguridad Marítima de la Universidad de A Coruña, desmintió ayer en el Juzgado de Corcubión donde se dirimen las responsabilidades del caso Prestige que sus informes aconsejaran alejar el petrolero de la costa gallega, como sostenía el Ministerio de Fomento. En realidad, sólo se limitó a evaluar la posibilidad de pasar el fuel a otra embarcación en alta mar, operación que desestimó.

El profesor universitario declaró que prestó un informe verbal el 13 de noviembre, fecha del accidente. Le llamó el entonces capitán marítimo de A Coruña, Angel del Real, para preguntarle si se podía trasvasar fuel desde el Prestige a otro petrolero en alta mar. Tras conocer las condiciones del buque y el estado del océano en ese momento, Martínez Mayán desaconsejó realizar la maniobra. Posteriormente, el 19 de noviembre, fecha del hundimiento del barco, el Gobierno le pidió que pusiese por escrito sus conclusiones.

El técnico considera que no era viable la extracción del fuel ni siquiera en aguas tranquilas, dado el mal estado del barco. El profesor entiende que lo ideal hubiera sido redistribuir el fuel internamente y aligerar la tensión en el centro del petrolero, y no lastrar los tanques centrales, como hizo el capitán, Apostolos Mangouras, porque eso aumentó el peso del buque, su calado y la tensión que tuvo que soportar la grieta que el Prestige tenía en su casco.

OTRA DECLARACION

El experto considera que, una vez estabilizado, habría que haber llevado el barco a aguas tranquilas, probablemente a Corcubión, ya que el mar de fondo hacía arriesgado remolcarlo hasta A Coruña. Ya en abrigo, se podría haber estudiado la extracción del fuel de las bodegas. Alejarlo de la costa no era una buena idea.

Otra de las personas que ayer declararon en Corcubión fue el práctico mayor del puerto de A Coruña, Evaristo Landeira, que aseguró que estaba dispuesto a introducir el Prestige en el muelle coruñés si le eximían de responsabilidades. Según Landeira, jamás se ha metido en su puerto un barco con más de 15 metros de calado, sin maquinaria segura o con daños estructurales graves, por lo que consideró que hacer una excepción con el Prestige era un "riesgo muy alto y una temeridad", aunque se mostró dispuesto a "arriesgar la vida" en la operación de eximirlo por escrito "de toda la responsabilidad".