La tormenta ha pasado pero la calma aún no ha llegado. Ni mucho menos. Ike , que golpeó el sábado el estado de Tejas y partes de Luisiana, ha dejado en situación extremadamente complicada a millones de ciudadanos y a las autoridades, que ayer empezaron a enfrentarse a los numerosos retos provocados por el devastador paso del huracán.

Ayer, mientras el Ike seguía su camino hacia el norte de EEUU rebajado a la condición de depresión tropical, en Tejas se funcionaba con dos prioridades. Una, acometer en las zonas más afectadas operaciones de búsqueda y rescate de ciudadanos atrapados, empeño en el que participaban 57 helicópteros y más de 1.500 miembros de servicios de emergencia que ya el sábado recuperaron con vida a casi 1.000 personas. La otra, tratar de devolver el suministro eléctrico a la población.

SIN ELECTRICIDAD CenterPoint, Entergy Texas y Texas-New Mexico Power, las tres compañías que ofrecen el servicio en la zona del golfo del México, admitieron el sábado por la noche que casi todos sus clientes se han quedado sin electricidad, lo que eleva la cifra de afectados a casi cinco millones de personas.

El horizonte es, además, gris. Se calcula que la restauración completa del suministro puede tardar desde dos hasta cuatro semanas. La gravedad de la situación llevaba al alcalde de Houston, Bill White, a realizar un llamamiento de ayuda directa al Gobierno federal. "Esta debería ser una prioridad nacional y deberían traerse todos los recursos nacionales", declaró White, que para garantizar la seguridad de la ciudad ha establecido el toque de queda de nueve de la noche a seis de la mañana hasta el próximo sábado.

Aunque el sábado había ya electricidad en la ciudad médica de Houston y en el centro, el apagón afecta a más de dos millones de ciudadanos. No solo han visto como el problema acrecienta el riesgo de contaminación del agua y no pueden disponer de aire acondicionado y otros electrodomésticos básicos como un refrigerador, sino que también sufren para rellenar los depósitos de sus vehículos en las gasolineras, donde se calcula que la escasez de suministros puede prolongarse una semana.

El alcalde podrá hacer sus reclamaciones al presidente, George Bush, que viaja mañana al estado, 29 de cuyos condados ya ha declarado zona de desastre.

GALVESTON, ARRUINADA La localidad que mejor demostraba lo necesario de esa calificación era Galveston, donde Ike tocó tierra y donde ayer se encontraron tres nuevos cadáveres. La ciudad estaba cerrada salvo para los servicios de emergencia y aunque la crecida del agua fue menor de lo augurado, la destrucción era evidente. Muchas calles estaban inundadas; las mayoría de las carreteras cortadas --por el agua, por los escombros arrastrados o lanzados al vuelo por el huracán-- y al menos 17 edificios se derrumbaron: 10 por incendios y siete, incluyendo dos de apartamentos, por el viento.

Queda, además, otro enorme reto. Hay más de 2,2 millones de tejanos y 130.000 habitantes de Luisiana que siguieron las órdenes de evacuación. Están a salvo, pero desplazados de sus hogares y se hace urgente un plan de refugios y suministros.