Comenzó trabajando en una farmacia en un pueblo de 500 habitantes. Decidió abrir un blog y fue en ese momento cuando se dio cuenta del poder que le podía brindar Internet para llegar a más gente. Publicó su primer libro «El paciente impaciente», sobre anécdotas de farmacia y, a partir de entonces, su popularidad en medios y en redes empezó a crecer exponencialmente. Ha participado en programas de divulgación como «Saber vivir» u «Órbita vital». Actualmente, también es colaboradora del programa «Zapeando» que califica como una «oportunidad fantástica» donde puede «llegar a un público más joven». Este viernes 5 asiste a Mérida a una firma de su último libro «El jamón de York no existe».

--¿Podría comenzar hablándo de su último libro?

--Llegó un momento que yo en redes sociales, sobre el tema de alimentación, detecté que la preocupación del consumidor es grande porque no sabe interpretar el etiquetado de los alimentos y entonces decido escribir este libro que es, básicamente, una guía, como si fuera un paseo por el supermercado por las distintas secciones y voy explicando qué alimentos son más saludables. Es que tenemos que mirar la etiqueta con una lupa. Algo más allá de las calorías.

<b>--Sí porque cuando vamos a comprar al supermercado vemos muchos ingredientes que no sabemos qué son siquiera, como dextrosa, las «E»...</b>

--El azúcar tiene unos 50 sustitutos: la dextrosa, el jarabe de glucosa, la fructosa o, de repente, pone «jarabe de arce» o «maltodextrina». Las famosas «E»s es igual. El E-621, el glutamato monosódico, que es un potenciador de sabor y que que hace que los alimentos estén más ricos, tiene muy mala prensa pero está en los alimentos de forma natural. Está en el tomate, en el queso, en los hongos. Pero si lo añadimos artificialmente suelen ser alimentos poco saludables. El E-300 también nos suena muy mal pero es la vitamina C.

<b>--¿Podría aclarar el concepto, «el jamón de York no existe»?

</b>--Cuando vemos York en la etiqueta, lo que estamos comprando es fiambre que es la tercera categoría de jamón cocido y es la de peor calidad porque solo tiene un 50% de jamón. El otro 50% es fécula, azúcar, sal, harina, aditivos… Sin embargo, la palabra Jabugo sí está en la legislación y no podríamos hacer unas magdalenas Jabugo. La industria, a diferencia del consumidor, sí conoce la legislación y la lleva al límite. Yo no digo que la industria nos engañe pero sí nos induce al error.

<b>--¿Al alcance de quién está el libro?

</b>--Mis hijos, que tienen 8 años ya han empezado a leerlo y hay capítulos que los entienden bien. Es completamente divulgativo para la gente de la calle, la gente que va a al súper y que no tenga ningún conocimiento. También es verdad que yo me he llevado la sorpresa de que hay gente que se supone que por tener una formación en Biología o en Química tiene que saber algunas cosas pero tú no tienes porqué conocer el reglamento.

<b>--¿Considera que se pueden obtener productos más saludables en pequeños comercios antes que en grandes superficies?

</b>--Soy muy partidaria de apoyar el pequeño comercio pero no podemos caer en el error de pensar «no, como es un pequeño comercio, todo es saludable». Siempre hay que leer la etiqueta. Todos los supermercados tienen productos saludables también. Es igual que si decimos que un alimento Eco o Bio es más saludable. Alimentos Eco, Bio u orgánicos no han demostrado tener más nutrientes que los que no lo son.

<b>--Entonces, ¿por qué a unos alimentos se les etiqueta como Eco o Bio? ¿Qué es lo que los diferencia?

</b>--Son productos en cuya producción no se han utilizado pesticidas sintéticos. Ojo, yo dije sintético pero se pueden utilizar pesticidas de origen natural como el azufre. Y tampoco se han utilizado organismos modificados genéticamente pero, a día de hoy, no se ha demostrado tampoco que los transgénicos no sean seguros.

<b>--¿Cuáles son las afirmaciones más surrealistas que ha escuchado en torno a la comida?

</b>--Que algo es «natural». Los torreznos son 100% naturales. Natural también es la cicuta. 100% natural no significa que sea saludable. O «el tomate de la abuela» como si realmente hubiera una abuela fabricando tomate. No hay abuelas en España para hacer tanto tomate. El tema de los «superalimentos» se nos ha ido de las manos. No existen y son realmente un intento de querer pensar que hay alimentos con unas propiedades nutricionales únicas cuando ninguno tiene nada que no podamos conseguir con alimentos «de toda la vida».

<b>--Algunas personas que llevan dietas veganas o vegetarianas los usan para obtener nutrientes como la B12. ¿Qué tiene que decir al respecto?

</b>--La vitamina B12 es de origen animal y las personas que tienen una dieta vegana tienen que tomar suplementos. No la pueden conseguir a partir de alimentos de origen vegetal sean «superalimentos» o no. La gente que dice «no, yo como espirulina porque tiene B12». No, la espirulina tiene un análogo de la B12 que es como una pieza de un puzzle que se parece muchísimo pero que no es igual y tu cuerpo no se comporta como con la vitamina B12. <b>

--¿Entre dos dietas equilibradas, podría ser más saludable una sin carne?</b>

--La dieta vegetariana ha demostrado ser perfectamente saludable. Son completamente injustificados todos los ataques que recibe. Ahora mismo no hay evidencia científica de que dos dietas que sean variadas y que nutricionalmente sean adecuadas, vegetariana o no vegetariana, que una vaya a ser mejor que la otra.

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--¿Observa diferencias en el modo de comer entre las zonas rurales y las grandes ciudades?</b>

--Tendemos a pensar que en los pueblos se come mejor y en realidad no. No tiene porqué ser así. En las familias trabajan padres, trabajan madres, tanto en pueblos como en las ciudades. Nadie tiene tiempo para cocinar ni en un sitio ni en otro y los supermercados venden lo mismo.