«Me encuentro bien, no me he tomado ni una pastilla ni me ha pasado nada. Solo he tenido un poco de tos y febrícula, pero me encuentro perfecto, solo un poco de tos pero nada más», cuenta Juan, un estudiante de Llerena de 19 años y uno de los primeros cuatro positivos por covid-19 en Extremadura. Desde su habitación, donde está en aislamiento desde el pasado viernes, quiere lanzar un mensaje de tranquilidad ante la psicosis colectiva: «Tengo coronavitrus y esto no es para tanto», dice a este diario. No obstante, reconoce que si fuera una persona mayor o tuviera algún otro problema de salud sí podría estar algo preocupado. «Creo que si no hubiera ido al médico, lo hubiera pasado sin más».

Su historia de aislamiento comenzó con un viaje a Italia. Juan y otros cinco amigos decidieron pasar el fin de semana de los carnavales en Milán. Se marcharon el jueves 20 de febrero y regresaron a Extremadura el lunes 24. «Nuestros padres estaban preocupados porque aquí se estaba hablando mucho de la expansión del coronavirus por Italia, pero allí no sentimos ninguna preocupación, nos lo pasamos genial».

Cuando volvió aparecieron los primeros síntomas, todos leves. «Tenía algo de tos, pero soy alérgico y no le dí ninguna importancia. Luego empecé a tener febrícula y fue mi madre la que me insistió en ir al médico», cuenta. Así que el viernes, cuatro días después de volver de Italia, acudió al hospital de Llerena. «Ya no tenía ni fiebre», pero le realizaron la prueba para detectar la posible presencia de coronovirus: «Me hicieron un análisis de sangre y tomaron muestras con un pequeño raspado en la garganta y las fosas nasales».

Le dijeron que se quedara en casa hasta tener los resultados y el sábado, a las 1.30 horas de la madrugada, llegó la confirmación telefónica de que tenía covid-19. «No me supuso nada especial, me dormí como si nada y seguí con el aislamiento». No es el único que no puede salir de su casa. Por precaución, ni sus padres ni sus dos hermanos pueden pisar la calle, aunque ninguno de ellos tiene síntomas por ahora. Y por precaución también, intenta no salir de su cuarto. «Salgo al baño, que es solo para mí, o a hablar un rato al pasillo porque la verdad que esto es bastante aburrido». Solo cuando se cruza con alguno de sus familiares o cuando entran en su habitación a llevarle la comida es cuando utilizan las mascarillas en casa, «el resto del tiempo no la llevo». Está aprovechando estos días de retiro obligado para ver películas, el móvil y estudiar selectividad, porque quiere volver a presentarse este año pasa subir nota y poder estudiar la carrera de Veterinaria el próximo curso.

Pero espera que el encierro acabe pronto porque «yo me encuentro bastante bien». Antes, deberán hacerle de nuevo la prueba para detectar si el virus covid-19 sigue en su cuerpo. «Todavía no sé cuándo, se supone que son 14 días de aislamiento desde el contagio pero tendrán que venir a mi casa y hacerme la prueba. Me han dicho que hasta que no dé negativo dos días seguidos no se confirma que estoy limpio». Entre sus compañeros del viaje a Milán, todos estan haciendo una vida normal excepto uno que permanece aislado «porque ha tenido algo de mocos y le han hecho la prueba, pero de momento no sabe nada».