Plasencia tiene todo un campeón mundial. Lo que ocurre es que lo es de fisicoculturismo y pasa desapercibido para el gran público, que no para los entendidos en la materia de medio mundo. Porque decir Miguel Angel López Bueno entre los aficionados a este deporte es sinónimo de campeón. Este auxiliar de Enfermería en el psiquiátrico de Plasencia de no más de 1,57 de estatura tiene un palmarés envidiable para cualquier deportista que se precie. Varias veces campeón de España y, desde hace una semana, subcampeón mundial del Mister Universo.

Es lo que popularmente se diría un cachas cuya constancia y sacrificio invita a reflexionar sobre el sentido de desarrollar hasta tal extremo la musculatura. "Entiendo que haya gente a la que no les guste ver nuestros cuerpos, incluso para mí ver a una mujer musculada es feísimo, pero deportivamente hablando tiene muchísimo valor llegar a conseguirlo". Tanto que López Bueno lo define como un estilo de vida que impone mucho ejercicio y una dieta estricta. Por ejemplo no bebe leche para no acumular grasa y el calcio lo toma de suplementos vitamínicos mientras que el resto de grasas las quema a base de gimnasio diario durante horas porque el campeón fisicoculturista se distingue no solo por un cuerpo en forma de uve -- o sea torso voluminoso, cintura estrecha y piernas bombeadas-- sino porque no hay músculo que no se marque. Por eso el del placentino vence, incluso, a los campeones del resto de categorías, y la máxima es la de tipos de un mínimo de 1,90 de altura, hasta haber revalidado ya varias veces el título de campeón absoluto de España.

También lo es del Olympia, el otro gran certamen nacional, pese a lo que el extremeño, que es toda masa muscular, también es puro corazón. "Ya no voy a los absolutos para dejar paso a gente nueva" y es que este deportista lo gana todo. "Es que tengo un cuerpo agradecido para esto del fisicoculturismo" dice, sonriente, este padre de cuatro hijos que confiesa que le llena el reconocimiento de los aficionados al minoritario deporte que eligió porque en el gimnasio Heracles le hicieron ver, hace dieciséis años, su potencial. Aunque apostilla que faltan apoyos institucionales y que a él, con ser todo un campeón, le cuesta dinero. Motivación no le falta, pero su nominación entre los tres finalistas al mejor deportista placentino del año en la próxima gala del deporte es un halago. "Hombre que te reconozcan en tu tierra es muy bonito". En Hamburgo acaban de hacerlo, también en pareja, con la madrileña Alice Santos. "Fue muy gracioso porque mide 1,80 y como yo soy bajino tuvo el detalle de no ponerse tacones".