La esperanza es lo último que se pierde, incluso cuando, como Pablo Ibar, se han pasado 24 años en una cárcel de Estados Unidos, 16 en el corredor de la muerte. Esa esperanza y la encendida defensa de su inocencia desde que en 1994 fue detenido y acusado de un triple asesinato es savia para este hispanoestadounidense de 46 años, su familia, sus abogados y su entorno en las horas decisivas que están vivendo, cuando deliberan el veredicto las ocho mujeres y cuatro hombres del jurado que han seguido el nuevo juicio al que le dio derecho el Tribunal Supremo de Florida en 2016 por las deficiencias de los anteriores procesos.

Pocas frases definen mejor los sentimientos en esta tensa espera que la que pronuncia por teléfono Andrés Krakenberger, portavoz de la Asociación contra la pena de muerte Pablo Ibar: «Esperamos lo mejor y nos preparamos para lo peor», una combinación de optimismo y cautela que se siente también al hablar con Benjamin Waxman, el abogado que ha codirigido con Joe Nascimento la defensa. «Creemos que hemos demostrado al jurado duda razonable; hemos demostrado la inocencia de Pablo, pero cuando miro al jurado no tengo una sensación contundente de cómo van a decidir».

Las opciones, más allá de que el jurado no alcance la unanimidad y provoque un juicio nulo, son solo dos: culpable o «no culpable». Si Ibar fuera declarado inocente en solo unas horas recuperaría la libertad, tras trámites burocráticos. Si se repitiera el veredicto de culpabilidad, habría que esperar entre seis y ocho semanas para la vista de la sentencia, en la que se determinaría si se repite la condena a pena de muerte del 2000 o se impone la cadena perpetua. En cualquiera de esos supuestos, adelanta Waxman, se apelaría.

HORAS AGITADAS / Las últimas horas han sido agitadas. Ayer, primer día completo de deliberaciones, la fiscalía intentó cambiar a una integrante del jurado y aunque finalmente no se produjo ese cambio, que la defensa considera favorable a su causa, se vivieron momentos de tensión.

También la víspera los hubo. En la presentación de las conclusiones, el fiscal Chuck Morton pronunció una frase de doble lectura en inglés que en sentido figurado significa «no dejen a este hombre irse de rositas» pero cuya interpretación literal sería «no dejen escapar a este asesino», una «frase incendiaria» para la defensa, que intentó sin éxito que juez Dennis Bailey declarara el juicio nulo. «Probablemente no cambie los resultados, pero podría influenciar al jurado», dice Waxman.

Cada detalle tiene capacidad de hacerlo, tanto lo visto y oído en el juicio, donde la defensa y la Asociación Pablo Ibar creen que se han desmontado las tesis del fiscal, como las circunstancias y el contexto. «Ha sido un juicio largo», según Waxman, quien aunque ha visto al jurado «muy atento» identifica señales de «cansancio». Puede que los jurados, además, tengan prisa por acabar antes de mañana para aprovechar el puente (el lunes es festivo en EEUU).

Krakenberger, por su parte, recuerda que «Florida es el segundo estado tras Texas en ejecuciones», que la opinión pública de la región es partidaria de la pena capital y que eso podría influir no solo en el jurado, sino en la agresiva actitud del fiscal, como los cargos judiciales en EEUU elegido en las urnas. «Tal vez por eso quiso mostrarse como un adalid contra el crimen que no deja pasar una».

Para Waxman, la de Morton fue una reacción furibunda a la presentación de la defensa de unas imágenes donde se veía al fiscal manejar una caja con pruebas sin guantes, dando peso a la idea de que una de sus evidencias clave (la camiseta con supuestos restos de ADN de Ibar) podía estar contaminada. «Se lo tomó como muy personal y se desató». Esa prueba fue la que abrió dudas en el jurado, que ayer pidió a las partes que volvieran a dar su versión al respecto para seguir deliberando.