El presidente de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, Julio Lois, defendió ayer que se rompa el "monopolio cardenalicio" y que los 4.500 obispos de la Iglesia católica participen también en la elección del Papa. "El sufragio universal sería muy complicado, pero es posible una fórmula más democrática y representativa del pueblo de Dios", sostuvo Lois.

Para Lois, la Iglesia católica necesita un Papa con el talante dialogante de Juan XXIII, que murió en 1963, y que acabe con el "proceso involutivo actual", que, a su juicio, está provocando una falta de credibilidad y presencia de la Iglesia en la sociedad. Según Casiano Floristán, profesor de teología de la Universidad de Salamanca, Juan Pablo II debería dimitir. "No es bueno que un papa enfermo dirija los destinos de la Iglesia. Es muy difícil que pueda tomar decisiones por sí mismo. Las decisiones las toma desde hace tiempo la curia vaticana", denunció Floristán. Juan José Tamayo, catedrático de Teología y Ciencias de la Religión de la Universidad Carlos III de Madrid, consideró que la situación que padece Juan Pablo II y la prolongación de su pontificado están sumiendo a la Iglesia católica en un "estancamiento grave".