Hace unos días la compañía British Airways tuvo que pedir disculpas públicas a los pasajeros de uno de sus aviones por hacerles volar acompañados de un cadáver. Hasta ahí todo parece normal, pero es que el muerto viajaba sentado en una de las plazas de pasajeros. Según British Airways, esta situación es normal y asegura que cada año mueren en los trayectos de sus aviones una media de diez personas, lo que no matiza es si esto se debe a causas naturales o a los aperitivos que sirven durante los vuelos. Sé que esta estadística va a cambiar mi forma de viajar en avión, porque ahora, irremediablemente, me preguntaré si el pasajero que tengo al lado está realmente dormido. Los malos rollos entre los aviones y la muerte vienen ya de lejos. En los primeros años de la aviación muchos temían morir en un vuelo. Por entonces, en el siglo XIX, el prestigioso matemático alemán David Hilbert fue invitado a dar una conferencia sobre el tema que él quisiera y cuando comunicó el título de su charla, La prueba del último teorema de Fermat , se originó una enorme expectación en todo el mundo, debido a que se trataba de uno de los teoremas más importantes de la historia de las matemáticas. Los científicos asistieron entusiasmados a una conferencia que finalmente no tuvo nada que ver con el citado teorema, así que al final preguntaron sorprendidos la razón al matemático. Hilbert aseguró que el título solo era por si el avión se estrellaba. Lo que ha ocurrido con el exdirector de la policía, Agustín Díaz de Mera , es otra prueba del último teorema de Fermat. Después de decir tanto tiempo y tan alto que existía un informe secreto en el que se vinculaba a ETA con el 11-M, cuando ha tenido que hablar de ello en serio no lo ha demostrado. Quizá por si el avión se estrellaba.