TNto es por chulear, pero creo que esta generación está dando más tontos que ninguna otra. Y de tontos listos ni les cuento. Esos que venden la jornada de 65 horas como si fuera un logro social y a la precariedad laboral la llaman flexibilidad mercantil. Su próximo objetivo es la ampliación del habeas corpus . Y no es que las anteriores no tuvieran su propia ración de tontos; no es eso, es que de nuestra parte juega la teoría de los estómagos comunicantes. Cuando yo era pequeño no comprendía por qué mi madre me obligaba a apurar toda la comida del plato. Piensa en los pobres, que no tienen qué llevarse a la boca, me decía. Y yo me preguntaba qué tenía que ver mi última cucharada con la pobreza mundial. Acababa empachado y a los negritos se los seguían comiendo las moscas. Pero resulta que debía tener razón, que aquella teoría de los estómagos comunicantes, según la cual lo que uno come alimenta a la raza entera, debe ser cierta. No diré que ha contribuído a mermar la hambruna, pero sí a que por primera vez los obesos superen en número a los hambrientos. Y digo yo que por efecto de la misma teoría debe ser que andamos tan bien despachados de idiotas. Lo que uno dice o escribe alimenta a la raza entera. Y mientras los tontos-listos andan por un lado hablando de cruce de civilizaciones e igualdad religiosa y por el otro escamoteándonos los beneficios sociales que tanta sangre costó, los tontos-tontos siguen a sus cosas. Allí reivindica uno el que se llame miembra a los miembros y allá sale otro exigiéndole a un juez el que se les diga lesbianas solo a las que nacen en la isla de Lesbos. Y se quedan tan frescos. Solo cabe esperar que el juez sea una miembra sensata y recomiende a los de Lesbos que recurran al latín, como los de Cabra.