Marcar un número de teléfono, descolgarlo o simplemente hablar por el móvil es un factor comprobado de riesgo al volante y, desde enero del 2002, está penado por la ley, pero eso no parece importar a un tercio de los conductores habituales en España. Según una encuesta presentada ayer por la Fundación Real Automóvil Club de Cataluña (RACC), el 36,9% de los automovilistas que tienen móvil --el 86,6% del total-- admiten que emplean el teléfono con su vehículo en movimiento. Son unas 3.355.000 personas.

Además, lo hacen a sabiendas, puesto que el 78% considera que puede provocar "situaciones de riesgo" y que es más peligroso, por ejemplo, que mirarse en el espejo o hacer equilibrios para coger las gafas de la guantera. Los encuestados le atribuyen un 8,2 sobre 10 en una escala de percepción del riesgo, similar a atender a un menor en la parte trasera (8,6) o consultar un mapa (8,8). En cabeza, por supuesto, conducir ebrio (9,7). Cuanto más joven, menos percepción del riesgo. Y si se es varón y urbano, peor.

La ley de seguridad vial sólo permite la utilización del teléfono móvil si se dispone de un sistema de manos libres. Los conductores los conocen y asumen que su uso reduce los riesgos, pero la realidad es que sólo una pequeña parte, menos del 15%, lo tiene instalado en su coche (un 1% suplementario lo lleva activado por la voz y otro 0,9% se controla desde el volante). En cualquier caso, en opinión de Francesc Bonet, responsable médico del RACC, el manos libres tampoco está exento de peligros, "puesto que una conversación requiere una cierta concentración".

"El manos libres nos libera de marcar, pero no de la distracción. Quizá no es suficiente. El simple hecho de percibir una llamada, el timbre, ya es motivo de sobresalto --dice Bonet--. Nuestra recomendación es que se apague el móvil al conducir, salvo en casos extremos, y se conecte un contestador". El RACC evitó pronunciarse sobre si deberían prohibirse los manos libres y se limitó a pedir "un uso racional" y "restringido".

Lo que sí han logrado las normas y las recomendaciones ha sido reducir el número de llamadas. Muchos entrevistados afirman que no llaman --más del 80%--, sino que sólo emplean el móvil para contestar. Un sorprendente 3,4% confiesa que envía mensajes SMS mientras conduce y otro 10,7% dice que los lee si los recibe. Más de la mitad de las conversaciones al volante (el 52%) son por motivos laborales.

PARARSE EN EL ARCEN

Los responsables del estudio recuerdan que no es necesario contestar el teléfono enseguida y que es preferible dejarlo sonar hasta que se encuentre un lugar seguro donde aparcar. Según la encuesta del RACC, uno de cada siete conductores que recibe una llamada se para en la acera bastante rápido pese a que también está prohibido por el código de circulación.

A pesar de los malos hábitos que demuestran los entrevistados, el 87% tienen la buena costumbre de pedir al acompañante que responda cuando no viajan solos. Las mujeres son las más favorables a permitir que otro responda y también son las que menos usan el móvil conduciendo.