El mundo de internet, poblado por 1.200 millones de personas, tiene, sin duda, un enorme potencial, pero es también una fábrica de información falaz. Los bulos están tan bien montados que dos de cada tres internautas (63,5%) tienen problemas para distinguirlos de las noticias. Y lo que es más preocupante, un tercio de ellos da credibilidad a estas informaciones falsas y maliciosas (hoax, en inglés). Así se desprende de un estudio realizado por la Asociación de Internautas (AI) y en el que han participado 2.283 usuarios.

Estas falsas informaciones, de apariencia seria, fiable y, sobre todo sorprendente, suelen difundirse a través de correos electrónicos, foros y blogs. Según Víctor Domingo, presidente de la AI, en su versión más inocente los bulos "solo" pretenden adquirir relevancia mediática, mejorar la imagen de una marca o generar alarma social. La mayoría, sin embargo, tienen como fin atacar a una persona o empresa y son un gancho para generar bases de datos de usuarios y envíos masivos de publicidad (spam). También son el primer paso para acceder a datos bancarios (phising), hacer estafas cibernéticas (scam) o transmitir virus.

La eliminación de las cuentas de Hotmail, los argumentos contra los beneficios de Actimel, las pruebas médicas que avalan la toxicidad de Red Bull, la alerta por la presencia de explosivos en algunos teléfonos móviles, la colocación de una bomba en un párking de Barcelona y el romance entre José María Aznar y Cayetana Guillén Cuervo son los más conocidos de los últimos años.

El problema es cómo reconocer un bulo. Domingo admitió que, a tenor de los resultados, no es fácil, pero dio pistas para combatirlos, además del sentido común: no suelen tener firma, algunos se refieren a grandes empresas, piden ser reenviados y si esto último no es cumplido, amenazan con grandes desgracias que caerán sobre el destinatario.