Terri Schiavo murió a las 9.05 horas de ayer (16.05 en España) en un hospicio de Florida tras 13 días sin recibir líquidos ni alimentos y convertida en objeto de la más intensa batalla legal, política, religiosa y emocional sobre eutanasia de EEUU.

La vida de la mujer que ha pasado los últimos 15 de sus 41 años en estado vegetativo se apagó, pero siguen encendidos los dilemas, las preguntas y lecciones de todo tipo que su caso ha puesto de relieve, cuestiones que van desde la separación de poderes hasta la determinación de dónde empieza y acaba la vida pasando por quién tiene derecho a ser tutor o la relevancia de un testamento vital. Algunos de los interrogantes, los que tienen que ver con sus condiciones físicas, se determinarán en una autopsia, que se realizará antes de que sea incinerada.

Las reacciones a la muerte de Terri fueron inmediatas y se produjeron hasta en el Vaticano, que la calificó de "crimen contra Dios y victoria de la cultura de la muerte". Su portavoz, Joaquín Navarro Valls, aseguró que en este caso "se ha anticipado arbitrariamente una muerte".

El anuncio de la muerte fue realizado por un asesor espiritual de sus padres, Bob y Mary Schindler. Estos, católicos, han peleado durante siete años en los tribunales contra su yerno, Michael Schiavo, que es a quién las leyes de Florida convirtieron en su tutor y que defendió ante jueces locales, estatales y federales --convenciéndoles-- que la mujer había dicho antes de entrar en estado vegetativo su voluntad de no ser mantenida artificialmente. Los tribunales aceptaron las afirmaciones médicas de que no podía recuperarse de una atrocidad como esta", dijo. Bush expresó su pésame.