Las actividades de tiempo libre destinadas a la población infantil y juvenil podrán reanudarse en aquellos territorios que entren en la fase 3 de la desescalada, siempre que se garanticen las medidas de prevención e higiene y cuenten con un procedimiento para el manejo de posibles casos de covid-19. Además, las comunidades autónomas podrán establecer condiciones adicionales. De momento, sólo las islas de La Gomera, El Hierro, La Graciosa y Formentera, entran este lunes en esta fase.

En caso de que las actividades sean al aire libre, se deberá limitar el número de participantes al 50 por ciento de la capacidad máxima habitual de la actividad, con un máximo de 200 participantes, incluyendo los monitores. Cuando sean en espacios cerrados, el aforo será de un tercio, con un máximo de 80 participantes, incluyendo los monitores.

Así lo establece la orden publicada este sábado en el Boletín Oficial del Estado para la flexibilización de determinadas restricciones de ámbito nacional, establecidas tras la declaración del estado de alarma en aplicación de la fase 3 del Plan para la transición hacia una nueva normalidad. La apertura de estas actividades no estaba en un principio reflejada en el plan de desescalada que el Ejecutivo facilitó en abril.

Grupos de 10 personas

Durante el desarrollo de las actividades, se deberá organizar a los participantes en grupos de hasta un máximo de 10 personas, incluido el monitor y, en la medida de lo posible, las actividades e interacciones se restringirán a esos componentes.

Las organizaciones juveniles de España reclamaron una regulación que permitiera la celebración de los campamentos y actividades juveniles de verano que, a su juicio, están siendo la asignatura pendiente de las administraciones en el plan de desescalada.

Y eso que trabajan desde hace semanas junto al Ministerio de Sanidad y el Instituto de la Juventud de España en un protocolo que permita garantizar con seguridad el acceso de niños y niñas a estos espacios.

Protocolo

Además, el colectivo Campamentos de Verano, integrado por más de 500 entidades, se adelantó a las previsiones del Ejecutivo y hace dos semanas presentó un Protocolo Higiénico Sanitario, apelando a un diálogo con las autoridades para que puedan llevarse a cabo en la temporada estival de 2020 estas actividades de ocio en las que cada año participan cerca de cuatro millones de niños, niñas y jóvenes.

El protocolo, elaborado por profesionales en el área de Sanidad y Prevención del Colectivo de Campamentos de Verano, tiene como objetivo "garantizar la seguridad, proteger la salud y minimizar el riesgo de contagios entre los participantes en actividades de ocio educativo en el ámbito nacional" con medidas específicas de higiene y control sanitario tanto de los participantes, como del personal y proveedores de las instalaciones.

Conciliación

Los impulsores de la iniciativa señalaron la importancia de los campamentos de verano para poder conciliar la parte profesional y personal de las familias. Según el protocolo, en primer lugar, para participar en el campamento, todas ellas deberán aceptar una declaración responsable, donde garanticen que durante los 14 días previos a la entrada al campamento, el menor no ha sufrido ni tos, ni fiebre, ni cansancio o falta de aire, ni ha estado en contacto con nadie con dicha sintomatología. Lo mismo tendrán que garantizar los monitores.

El campamento se iniciará con una charla informativa a los menores sobre cómo cumplir las medidas de seguridad vigentes, haciendo especial hincapié en la responsabilidad individual y las normas de higiene, como la "obligatoriedad de lavarse las manos con frecuencia" o toser y estornudar en el hueco del codo. Esta formación será parte transversal de todo el programa y se reforzará visualmente con cartelería informativa.

Si se detectan síntomas, el participante en cuestión interrumpirá la actividad que esté realizando e informará al coordinador, quien deberá contactar con el centro de salud correspondiente para notificarlo y recibir instrucciones, así como a la familia.