Una oleada de orgullo patrio cruzó ayer Francia a todo tren. El TGV pulverizó su récord mundial de velocidad sobre raíles --situado hace 17 años en 515,3 kilómetros por hora-- alcanzando exactamente 574,8 kilómetros por hora. Un acontecimiento emitido en directo por varios canales de televisión y con el que la empresa constructora Alston lanza al mercado la cuarta generación de TGV.

Solo un tren ha superado la velocidad lograda ayer en la nueva línea ferroviaria que une París con Estrasburgo. Se trata de un prototipo experimental japonés, el Maglev, que en el 2003 alcanzó los 581 kilómetros por hora, pero que no circula sobre raíles, sino que se desplaza por sustentación magnética. El viento desfavorable y la prudencia --Francia se jugaba el prestigio como país puntero en tecnología ferroviaria-- aconsejaron abandonar el sueño acariciado por de los técnicos de Alston de llegar a los 580 kilómetros por hora.

RUIDO DE AVION Centenares de espectadores se apostaron ayer a lo largo del recorrido del TGV saludando con la bandera tricolor su vertiginoso paso. No solo la velocidad se asemeja a la de un avión, el ruido que produce también. Después de haber sido desplazados por China del cuarto al quinto puesto en el ranking de las primeras potencias económicas mundiales, los franceses no quieren que nadie les arrebate la primacía en el terreno del transporte ferroviario, motivo de orgullo nacional. El récord fue saludado por el presidente de la República, Jacques Chirac, como una "nueva prueba de la excelencia de la industria ferroviaria francesa".

Alston espera que la marca sirva para revalorizar las opciones del TGV en el mercado mundial de la gran velocidad frente a la competencia alemana y japonesa, con la que pugna por grandes contratos de futuras líneas en Argentina, California y China. La empresa francesa también deberá hacer frente a sus rivales en el mercado interior, ya que la renovación de gran parte de la flota de TGV se abrirá a la competencia exterior. A partir del 2012, deberán reemplazarse 6.000 trenes --que datan de los años 1980--, lo que supone firmar un contrato de entre 150.000 y 200.000 millones.

El convoy que batió la marca alcanzada en 1990, bautizado V150, pertenece a los TGV de cuarta generación. La potencia de sus dos máquinas motrices es de 25.000 caballos, tiene motores suplementarios repartidos a lo largo del tren y ruedas más grandes para aguantar el incremento de velocidad sin recalentamiento de los motores. Ayer, alcanzó la velocidad máxima en solo 12 minutos. Este modelo podrá realizar trayectos comerciales a 360 kilómetros por hora y se comercializará en el 2009.

El TGV que unirá París y Estrasburgo a partir del 10 de junio circulará a 320 kilómetros por hora. Las pruebas realizadas hasta ahora indican que si se incrementa la velocidad aumenta también el tiempo de arranque y frenado, con lo que sube el consumo de energía y apenas se ganan unos minutos.