Sheldon Adelson transformó la industria del juego al reconvertir en 1989 un viejo casino de Las Vegas en el mayor centro de convenciones de EEUU. Fue una idea brillante para casar el trabajo con el juego, los negocios con la ruleta. Desde entonces la fortuna de este judío hecho a sí mismo en las calles de Boston, hijo de un taxista ucraniano, fue tomando cuerpo. En la ciudad del pecado abrió dos grandes resorts con casino, el Venetian y el Palazzo, y expandió su negocio a Macao y Singapur, de donde vienen la mayoría de sus ingresos. Este octogenario es hoy el noveno hombre más rico de EEUU y el 12º del mundo, con un patrimonio de 28.500 millones de dólares, según Forbes.

Políticamente, Adelson es un halcón muy a la derecha. Parte de su dinero lo dedica a combatir sus fobias, como el poder de los sindicatos. Pero su gran pasión es Israel, donde se opone radicalmente a un compromiso territorial con los palestinos y aboga por un ataque nuclear a Irán. En EEUU es uno de los grandes patrones de los republicanos. En las pasadas elecciones se gastó más de 100 millones en las campañas de Newt Gingrich y Mitt Romney. Su empresa, Las Vegas Sands, frecuenta los tribunales. Entre otros, tiene abierto un caso por presuntos sobornos a funcionarios en Macao.