El valioso y escurridizo tigre de Amoy ha agitado en las últimas semanas a la comunidad zoóloga mundial. Nada se sabía de él desde hacía unos 30 años. Una foto tomada en noviembre lo llevó a las portadas de la prensa, pero los internautas lo han devuelto a las listas de especies extinguidas en libertad.

Zhou Zhenglong, de 52 años, campesino y ocasional cazador de la provincia china de Shaanxi, se presentó el 3 de octubre ante los poderes locales con 71 fotografías de un tigre de Amoy. También conocido como tigre del sur de China, el tigre de Amoy es, junto al siberiano, la única subespecie propia de China. En 1950 había unos 4.000 ejemplares, pero la caza los aniquiló. Hoy malviven 68 tigres en 18 zoológicos.

Las autoridades del condado de Zhenping hacía años que fracasaban para probar la existencia de ejemplares en libertad. Un equipo de búsqueda de 30 miembros regresó el año pasado con excrementos, huellas de pisadas, pelo y dientes de tigres. Pero sin foto. Hasta que llegó Zhou. Las autoridades certificaron la autenticidad de sus fotos, le pagaron 20.000 yuanes (unos 2.000 euros), pidieron a Pekín una ayuda económica para levantar una reserva natural y se prepararon para recibir un aluvión de turistas. La imagen salió en la revista Science .

Pero la foto pronto empezó a despedir un ligero hedor. Los colores parecen irreales, como tamizados por un programa informático. Nunca se vieron las 70 fotos restantes. Según las autoridades, porque el terror le impidió a Zhou enfocar y carecían de calidad. Según Zhou, porque no quería que la prensa le robara su trabajo. China abraza el capitalismo con prestancia, pero un campesino de Shaanxi preocupado de sus derechos de propiedad intelectual aún suena excesivo. Los zoólogos se extrañaban de que a Zhou le hubiera dado tiempo de hacer 70 fotos a un tigre de Amoy. Antes de la segunda, calculaban, el animal ya habría huido o devorado a Zhou. Un botánico negó que existieran hojas tan grandes de la especie que tapaba la cabeza al tigre como un mal peluquín.

¿Casualidad?

Y entonces se supo lo del calendario. Un internauta colgó un póster con la foto de un tigre parecido al de Zhou. El fondo difiere, pero coinciden la pose e incluso las rayas. La similitud parece excesiva para responsabilizar a la casualidad.

Otros jóvenes han dicho tener el mismo calendario. Luo Guanglin, gerente de la compañía editora, señaló que muchos le habían preguntado si su foto reproducía la de Zhou, y siempre respondía que la del calendario pertenece a una colección de hace cinco años.

Las autoridades locales han matizado su apoyo a Zhou. Ofendido por las críticas y ajeno al desaliento, el campesino repite que las fotos son reales y que puso su vida en peligro. Y para limpiar su nombre, ha regresado a la selva para reencontrarse con el tigre de Amoy.