Uno de los países que más sufre el desembarco de las mafias es Guinea-Bissau. Los narcotraficantes se han convertido en un sector influyente en el país e incluso han llegado a montar hoteles como tapadera para justificar la llegada de tantos aviones. Se aprovechan de las carencias de este país arruinado, que no cuenta con barcos para vigilar la costa, donde la policía no tiene ni esposas y donde toda la brigada antidroga se reduce a dos coches.

Además, buena parte de la población ni siquiera sabe qué es la coca. Prueba de ello es que varios fardos arrojados por error sobre un poblado fueron desempaquetados por los habitantes, que esparcieron la droga sobre sus cultivos creyendo que era fertilizante.