Tony Hernández ya está en La Habana. Ayer tomó en Madrid el avión que lo devolvió a su casa y a su ser. En su maleta se ha llevado medio corte inglés y las divisas que el Gobierno cubano deja ingresar en el país, alrededor de 10.000 dólares (unos 9.000 euros, un millón y medio de pesetas). Con ese equipaje, el aún marido de Sara Montiel ejercerá de Papá Noel en pleno octubre, ya que, como sabe quien conoce mínimamente Cuba, con ese dinero y los objetos de consumo que pueda haber comprado en España, Tony Hernández tiene para atender sus necesidades y las de su familia durante varios meses.

Hernández ha estado en España un mes, el tiempo de duración de su visado, que ha utilizado para hacer un recorrido por las diferentes televisiones que le han pagado por sus declaraciones. En todo este tiempo ha ganado bastante más de los 10.000 dólares que puede entrar legalmente en Cuba, pero la diferencia queda a buen recaudo para serle transferida en pequeñas dosis. Nada más y nada menos que lo que hacen otros cubanos con posibilidad de ganar dinero en el extranjero, entre los que se encuentran otros compatriotas casados con españolas conocidas o anónimas.

A Tony le tocó la lotería el día que la caprichosa Sara vio en él al pardillo que le iba a permitir volver al primer plano de la actualidad. Evidentemente, fue una boda de conveniencia pues a los dos les convenía el negocio. El obtendría los dólares para poder seguir viviendo en Cuba con buenos ingresos y ella se garantizaba las portadas que su ego de diva necesitaba cual droga dura. Una farsa en la que es más comprensible el papel de Tony que el de Sara.