TVtoy a tomar café con dos periodistas expertos en moderneces. Cuentan que la noche anterior han ido a la discoteca Versus de Cáceres y que sólo tenían asegurada la entrada las chicas monas. Me sorprendo y uno de ellos me dice que lo que ocurre en una discoteca de Salamanca es aún más llamativo: paga todo el mundo excepto lo que, en lenguaje claramente sexista, se entiende por tías buenas, que no sólo acceden gratis a la sala, sino que les regalan una botella de whisky, vodka o ron y se la guardan a su nombre para que se la tome noche a noche. Pongo ojos de paleto alucinado y el otro periodista ducho en mundología me aclara que eso sucede en Madrid y Barcelona desde hace años. Allí, las... vamos a llamarlas top-models o chicas espectaculares, para escapar al vocabulario sexista, no sólo entran gratis, sino que les reservan una mesa en la zona vip con su botella personalizada y las colman de snacks y fruslerías.

Estos procedimientos sofisticados asombran mi inocencia provinciana. Aunque si lo pienso bien, también a mí me ha sucedido algo semejante. Durante la última semana de agosto me fui con mi suegra a tomar las aguas a Baños de Montemayor. La madre de mi mujer, sin llegar a ser una top-suegra, tiene una presencia agradable y una educación esmerada. Supongo que por esa razón, en el comedor del hostal Eloy de Baños nos asignaron una mesa fija en el comedor y una botella personalizada de vino tinto Lobillo. Cada día, a la hora del almuerzo, nos la colocaban en la mesa y oye, te sentías como un vip de la Versus.