El novillero extremeño Javier Solís estuvo animoso en el toro de ceremonia con el que recibió ayer la confirmación de su alternativa en Las Ventas de Madrid. Al morlaco le quitó por ceñidas chicuelinas y prologó su labor de muleta con una espaldina en el centro del ruedo. El toro no acompañó mucho al pacense, que consiguió algún natural suelto de uno en uno de buen trazo. Pero poco más. Muy cortito de embestida, el animal acabó parándose y buscando además las tablas. En el que cerró plaza, nada de nada. Otro toro a punto de cumplir los seis años, que llevó también tres veces, y con el que Solís llevó a cabo faena anodina pues el animal se negó en redondo a embestir.

Mejor suerte corrió su compañero de tarde Luis Miguel Encabo, que llevó lo mejor de la tarde de ayer en Las Ventas gracias a una actuación más que digna que le valió una vuelta al ruedo en su primer toro pero con sabor a triunfo mayor por la altura que tuvo la faena. El ya veterano matador de toros madrileño evocó tiempos pasados con una faena plena de oficio, inteligencia y mucha verdad a su primero.

Del mexicano Alejandro Amaya, nada reseñable. A sus manos fue a parar el lote más deslucido en conjunto de la tarde. En sendas labores, dada la extrema mansedumbre y falta de celo de sus dos toros, no se dio mucha coba.