Las distancias siempre son relativas. Dependen del ojo con que se analicen. Por ejemplo, desde la mirada de José Igual, de 77 años, llegar hasta El Gordo desde Sabadell en bicicleta son cuatro o cinco jornadas de pedaladas, 813 kilómetros sobre dos ruedas. Algo nimio. Al menos su conversación no deja signos de gesta o heroicidad, sino de trabajo, rutina y ejercicio. No lo ven así sus vecinos de El Gordo (localidad que dejó con 19 años y a la que regresa unas tres veces al año). "Lo que hace no tiene nombre y más con su edad", comenta un familiar que entra en su casa. "Mientras mi cuerpo responda seguiré montando en bicicleta, yo no miro la edad", afirma quitando importancia a su aventura.

El pasado día 12, José llegó a El Gordo en bicicleta y en medio de un gran recibimiento de medio centenar de vecinos, que le rindieron una gran ovación y le prepararon un meta. "No me lo esperaba, fue una gran sorpresa", recuerda mostrando las fotos de la llegada, en las que luce un maillot de Action, empresa que patrocina su ruta. Había salido el día 8 desde Sabadell y sus etapas intermedias fueron Fraga, Calatayud, Guadalajara y Avila. Un día más de lo habitual, porque en esta ocasión ha decidido evitar Madrid: "La última vez lo pasé muy mal y dije que no volvía. Así que en lugar de hacer la última parada en Guadalajara, he ido hasta Avila para evitar Madrid", explica mientras sigue narrando. "He tenido días de mucho frío, viento y lluvia. Hubo un día en que pensé en no salir. Pero ya estoy aquí", apunta con tranquilidad, antes de recordar que a diario hace unos 100 kilómetros sobre su bicicleta. Pero el entusiasmo en su conversación llega cuando habla de su esposa, compañera de rutas a pie. "Ella sí que se merece un monumento".

Esta es la tercera ocasión en que José Igual ha llegado a su pueblo natal en bicicleta. La primera fue con 27 años. "Era el año 59, cuando Bahamontes ganó su la vuelta a Francia", recuerda. Entonces tenía previsto partir con dos amigos, que se ´rajaron´ la jornada de antes. El paisaje ha cambiado mucho desde entonces, dice. Una vez jubilado, con 72, José decidió repetir aquella aventura de juventud. Y después de que le pusieran una válvula en el corazón el año pasado, decidió repetir la experiencia "si todo salía bien". Y aquí está. "No he notado nada, me he sentido muy bien. A los tres meses de la operación subí el pico Almanzor para probarme".

A pesar de ser una enamorado de las bicicletas, no fue hasta los 19 años cuando compró una por 150 pesetas. "De pequeño en el pueblo veía una rueda y me volvía loco. A veces cogía la bici del hijo del jefe de mi padre", recuerda. En septiembre hará el Camino de Santiago por segunda vez, "no sé lo que saldrá luego", como si no fueran suficientes sus 100 kilómetros diarios.