La Sociedad Española del Dolor (SED) suspende a Extremadura. La región, Galicia, Castilla-La Mancha y Castilla y León, aseguran sus responsables, apenas cuentan con unidades del dolor multidisciplinares y las pocas que poseen están infradotadas. Las remejor provistas son Madrid, Valencia, Andalucía y Cataluña. El fin de este balance es, según la SED y coincidiendo con el Día Mundial contra el Dolor ayer, reclamar que los diez millones de españoles que sufren dolor crónico sean atendidos correctamente independientemente del lugar donde residan.

Esta apreciación sorprende al Servicio Extremeño de Salud, que dispone de tres unidades de dolor en los hospitales de Cáceres, Badajoz y Villanueva-Don Benito, a la que se sumará una cuarta en el de Plasencia el próximo mes de noviembre. Por ellas pasan cada año unos 5.000 extremeños, 500 pacientes nuevos por cada centro y año. A esto se suman otras 5.000 consultas telefónicas que se vienen realizando, que asesoran tanto a pacientes como a sanitarios.

Con todo ello, "las necesidades de la región están cubiertas", señala Manuel Jiménez, coordinador regional del programa contra el dolor, aunque la SED sugiere que debería haber una unidad en cada hospital público. La clave de tal suspenso entonces en Extremadura está en su funcionamiento. "En nuestras unidades hemos apostado por un modelo biomédico y social, con un componente más psicológico y social que asistencial. El peso está en la enfermería y los médicos, mientras otras unidades priman a los anestesistas, que aquí colaboran pero no dirigen como en otras comunidades". El argumento es que las medidas que aplican se precisan "en menos del 10% de los casos", explica Jiménez. En las extremeñas, el paciente llega tras derivarlo Atención Primaria. "Allí se le realiza una evaluación y se ajusta un plan de tratamiento con el que seguirán trabajando equipos de Primaria".