Fernando Pastor y los otros padres que emprendieron la batalla legal han soportar durante más de tres años los comentarios y las "malas caras" de quienes se oponían a la retirada de los crucifijos. "Me llevé un gran disgusto cuando oí por televisión a padres con los que me cruzaba casi todos los días decir que si no nos gustaban los crucifijos lo que teníamos que hacer era irnos del colegio", confesó a este diario Pastor.