TLto que más me gustaba de la campaña electoral es que Cristina Teniente escribía artículos en este periódico y los escribía muy bien. El contenido, la verdad, me daba lo mismo pues tenía que ser temática partidista electoral, ¡qué remedio!, pero el estilo me reconfortaba y la estructura era la más periodística entre los políticos extremeños con gusto por la pluma: comenzaba por una anécdota, una frase o un razonamiento ingenioso, desgranaba luego el fondo de la cuestión y cerraba el joyero recurriendo al mismo preciosismo con que había iniciado el artículo. El problema de la parlamentaria es que se llama Cristina y con ese nombre, visto lo visto, se puede escribir bien, pero es difícil triunfar a lo grande en la política extremeña.

Aquí, hoy por hoy, para mandar hay que ser socialista, mujer y tener un nombre castizo y racial que parezca extraído del baúl de la Piquer, de la pluma de Antonio Machado o del séquito de don Alvaro de Luna. En Extremadura, para ser alguien, has de llamarte tan Lola como la que se fue a los puertos o tan Antonia como Antoñita Colomé y Antoñita Moreno, reinas del cine y la copla. Si eres una Leonor, si no de Castilla, al menos de la Sierrilla (o de Arroyo-Malpartida), o tu nombre es Casilda, así de rotundo y de pueblo, entonces tendrás toda la moqueta a tus pies. Pero si te bautizaron moderna y Cristina... No sé, no sé... La Teniente, la Leirachá, la Herrera... Tres cristinas del PP para el futuro y un presente sosito porque Cristina Teniente ha dejado de escribir.

*Periodista