Es un anfiteatro romano que se construyó en el año 27 antes de Cristo y que hoy está considerado como uno de los cosos taurinos más importantes del mundo. Ahora ha cobrado actualidad después de que el productor francés Simón Casas haya conseguido salvar la Feria de la Vendimia, la única que se va a mantener como tal durante estos tiempos convulsos del coronavirus.

Del 17 al 20 de septiembre pasearán por esta plaza las figuras más destacadas del palmarés español, entre ellos tres extremeños: Miguel Ángel Perera, Emilio de Justo y Leonardo Hernández, dispuestos a coronar el sueño del triunfo en el país vecino.

Desde su finca pacense de Olivenza, Perera confiesa estar viviendo esta temporada atípica «de manera atípica también», aunque una vez que pudo empezar la temporada, «la prioridad es el entrenamiento y la preparación como si el año fuera normal». Define Nimes como «una de las grandes plazas de todo el mundo. Todo en ella es especial. Ya el escenario lo marca todo. Pero asimismo la sabia cultura taurina de su afición. Cómo se viven los toros desde sus vísperas. Y el respeto en la plaza, que es fruto de la observancia detenida de lo que sucede en el ruedo. Mi relación con Francia es muy buena, me gusta mucho torear allí y Nimes es excepcional por todo».

En Perera, la mentalización y la preparación no cesan para la cita del 20 de septiembre con toros de Jandilla en un mano a mano con Sebastián Castella. «Hay que estar listo y muy concentrado siempre en la profesión». En pleno rebrote del covid, el diestro detalla que «está siendo una triste bofetada de realidad, de lo pequeño que es el ser humano frente a los designios de la vida. Esto que estamos viviendo nos deja bastantes lecciones de las que sería bueno que aprendiéramos. Y todas apuntan, a mi juicio, a una dirección: a la humildad». Y aprovecha para subrayar que aunque «actualmente no es momento de aplicar recetas ideológicas, el Gobierno central parece haber encontrado en esta pandemia el terreno abonado para ello. Por ejemplo, el trato absolutamente discriminatorio que se está dando a la gente del toro es intolerable e injusto».

Por su parte, Emilio de Justo no oculta la incertidumbre con la que el mundo del toreo afronta esta «rara temporada. No sabes si vas a poder torear hasta que no estás haciendo el paseíllo. Estoy resignado y adaptándome, sin embargo tratando de mantener la mente como antes y estoy con la misma ilusión, intentando de dar lo mejor de mí».

De Justo entrena a diario en una finca en Sanlucar de Barrameda (Cádiz ) y se encuentra motivado. Cree que durante un parón como este también se evoluciona personal y profesionalmente. Su mirada está puesta en sus próximas citas: este domingo en Priego de Córdoba, el 12 en Granada y el 18 en Nimes con Ponce y Curro Díaz con toros de Victoriano del Río.

Emilio de Justo. / EL PERIÓDICO

La cita más importante

La cita más importanteLa de Nimes es la feria más larga y la única de primera categoría, de manera que para el espada cacereño «va a ser la cita más importante del año por la repercusión que tiene, una corrida televisada y supone una responsabilidad grandísima. Aunque para mí todos los públicos se merecen que el torero salga entregado y al cien por cien».

Leonardo Hernández conforma el triunvirato de Nimes. Su paso será el 20 de septiembre con astados de Fermín Bohórquez. Desde su finca en Navalmoral de la Mata, el caballista, hijo de rejoneador, estaba anunciado en Casar de Cáceres, pero se ha suspendido la cita. Para él, Nimes «es una feria maravillosa en la que todos los toreros soñamos con poder torear, es una plaza increíble y tiene una afición fantástica».

Hernández concreta esta temporada como «extraña y atípica; dedicas todo el año a prepararte, están en juego tus expectativas y se corta todo de pronto». Según el jinete, la pandemia «nos igualó a todos y nos metió en casa. Ha sido un baño de realidad. Te das cuenta de que somos iguales, da igual lo que hayas conseguido, el puesto que ocupes, lo que tengas. Llega algo así y estamos todos en la misma situación. Ha sido un mazazo muy grande para la economía».

A lomos de su caballo, Leonardo Hernández siente la torería de un oficio que ahora mismo ve en la plaza de Nimes una esperanza a una tauromaquia que también ha sufrido la dura cornada del coronavirus.