A san Fermín le atribuyen milagros que salvan vidas durante los escasos minutos que dura el encierro. Ya pueden hacerlo porque es inexplicable que los toros tuvieran materia prima al alcance de sus astas y no empitonaran a ninguno de los corredores. Ocurrió en la calle de los Mercaderes, recién pasada la plaza del Ayuntamiento y antes de embocar la Estafeta. Allí se rompió la manada de un encierro que prometía viajar en pelotón.

Un total de 73 heridos y 13 traslados a centros hospitalarios por traumatismos y heridas varias fue el balance de la carrera. Ayer, el peor parado fue José María Elizalde, de 37 años, que tiene hemoneumotórax, fracturas costales y rotura de bazo. El pronóstico facilitado por el hospital señalaba que sufre un pronóstico muy grave.

Durante la carrera, los toros arremetieron contra mozos que estaban en la calle de los Mercaderes como espectadores. Es una zona donde habitualmente no hay sobresaltos, pero en esta ocasión los morlacos tomaron la curva de entrada muy abierta y arrollaron a los mozos. No hubo empitonados pero eso sirvió para que comenzara un nuevo encierro, disgregado y más peligroso. Dos astados se quedaron descolgados, mientras el resto conservó la unidad y propició bonitas carreras. En total, tres minutos de duración.