Algunas cosas no se aprecian hasta que se pierden (el amor, la amistad, la dignidad durante una borrachera), pero ignoramos lo que valen otras hasta que se consiguen con el sudor propio o, mejor, ajeno. Por ejemplo, una lancha cargada de cosas ricas para el aperitivo. ¿A que parece una tontería esa costumbre de salir a navegar con lo bien que se está en la playa? Pues no lo es. Superparanada (en la mar, hasta se le enriquece a uno el léxico). Dejarse llevar a gran velocidad hasta el campo de regatas de Palma resulta terapéutico. Los malos pensamientos, los traumas de la vida quedan atrás. Casi se puede superar, incluso, la visión de Rappel con la bandera gay anudada en forma de pareo. Bueno, quizá no tanto.

Al final no queda más remedio que entender la afición marina de Carolina. Si es que la única manera de sobreponerse de tantas viudedades, separaciones, cuernos y resacas de Ernesto es encomendarse al mar (o a Chanel, una santa por la que la princesa siente especial devoción).

Entre tanto pensamiento profundo --en el fondo, aquí todos somos muy superficiales--, irrumpió en la bahía de Palma la lancha Somni y empezó el oteo. ¿Quién va a bordo?, preguntaron los que optaron por el bitter sin (los demás, con los efectos de la biodramina potenciados apenas acertaron a soltar un hipido). Dentro iban la Reina y la familia Urdangarín Borbón casi al completo. Faltó la pequeña Irene, que debutó el viernes.

Sofía, Cristina, Iñaki y los pequeños Juan Valentín, Pablo Nicolás y Miguel se acercaron para seguir la jornada de la Copa del Rey-Agua Brava. (En la foto, Urdangarín sube a la Somni ante la mirada de Miguel y Juan, sentados entre la Reina y Cristina.) Juan Carlos no participó porque llegó por la tarde tras viajar a Arabia Saudí, por la muerte del rey Fahd.

Cuando la Somni navegó en paralelo con el Azur de Puig, el barco que patronea Cristina, que este año no compite por su reciente maternidad, la rama nórdica de la familia jaleó a los tripulantes.

Felipe y Letizia dejaron temporalmente Mallorca tras la maratoniana jornada del martes: navegaron durante horas, merendaron paella y asistieron a un concierto (por cierto, la Princesa pidió un refresco light y el camarero tuvo que buscarse la vida en la sala de prensa). La pareja tiene previsto asistir hoy a la entrega de premios en Bellver.

Poco antes del embarque, las polivalentes rastas (ahora sueltas, ahora recogidas) de Beth se asomaron al pantalán. La cantante presta su imagen al A. Vogel. La acalorada exconcursante de OT dijo que tenía ganas de tomar el sol en alguna playa, aunque evitará el top less. "Me dio mucha rabia que me cazasen", lamentó. La intérprete de Dame (octava en Eurovisión) participará hoy en la última jornada de regatas. No puede ser. ¿Ya se acaba? Habrá que ir pensando qué hacer cuando terminen las sesiones de lanchaterapia.