El piloto Agustín Rey salió ayer del Palacio de Justicia de Yamena, en Chad, con el rostro relajado por vez primera desde el pasado 25 de octubre. "Vamos a intentar descansar un poco y hablar con la familia", dijo. ¿Se ha acabado todo?, le preguntaron. "Sí, se ha acabado todo", contestó. Y así terminaron para él, para el copiloto Sergio Muñoz y para el auxiliar de vuelo Daniel González, los tres de la compañía catalana Girjet, los 16 días de detención en Chad por el extraño caso de la oenegé Arca de Zoé, acusada de tráfico de menores tras su frustrado intento de llevarse a Francia a 103 niños que presentó como huérfanos y víctimas del conflicto sudanés en Darfur, pero que, según Unicef, no son ni lo uno ni lo otro. Un avión de la Fuerza Aérea los recogió a primera hora de la tarde y los trajo a la base de Torrejón de Ardoz, en Madrid. La "pesadilla", como la definió González, había terminado.

La liberación fue quizá obra de lo que el ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, llamó la "diplomacia callada", o puede que simplemente se debiera al dictamen del juez tras la declaración, el día anterior, del presidente de la oenegé, Eric Breteau, quien exculpó a los tres, pero lo cierto es que toda la operación de rescate estuvo alejada del controvertido espectáculo ofrecido el domingo por el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, quien sacó de Chad a las cuatro azafatas españolas de Girjet y a tres periodistas franceses que habían acompañado a Arca de Zoé en su oscura empresa. Dirigido por el secretario de Estado de Exteriores, se hizo con tacto, para que los dirigentes africanos no sintieran que se ponía en duda su autoridad.

MUESTRA DE RESPETO El secretario de Estado había salido rumbo al país africano a las seis de la mañana, pero tuvo que hacer una inesperada escala en Maiduguri. "Razones técnicas", alegaron fuentes diplomáticas. Poco después, en cambio, se supo que todo se debía a que el viaje iba adelantado o el juez retrasado: habría sido delicado que el aparato del Ejército, preparado desde la víspera, hubiese aterrizado antes de que el magistrado dictase la libertad. Según fuentes gubernamentales, la decisión de parar en Nigeria fue tomada por el presidente Zapatero, quien había recibido una llamada de su homólogo Idriss Déby, para comunicarle la decisión judicial. Esta muestra de respeto, sin embargo, que ciudadanos de Chad protestaran por la liberación.