El diestro Manuel Jesús El Cid cortó ayer la única oreja de la tarde en Castellón, en una corrida deslucida por la mansedumbre e invalidez de los toros, y por la falta de ambición y recursos de los toreros. Dos días seguidos con el toro bajo sospecha de afeitado . Esta vez salió la corrida cuanto menos digna de presentación.

Corrida que por tantas carencias resultó más complicada de lo esperado, sobre todo para la inexperiencia de los dos espadas más jóvenes del cartel, Talavante y Cayetano, sin recursos para resolver. El Cid, en cambio, anduvo más suelto, aunque su labor tampoco llegó al grado de entusiasmo que podría esperarse.

El extremeño Alejandro Talavante fue toda la tarde de valiente, muy dispuesto, pero quizás sin la suficiente claridad de ideas. En su primero se tropezó mucho con el capote sobre todo en un quite por gaoneras en dos fases, perdiendo pie en el intermedio y cayendo en la cara del toro, que por fortuna no hizo por él. Con la muleta se empeñó en torear muy encima, sin abrir el compás, girando sobre los talones y un punto acelerado. Fue faena con tinte temerario por lo ajustado de las suertes, no obstante, faltó contenido artístico.

El quinto fue toro de muchas carencias, insulso hasta decir basta, con el que Talavante practicó también un toreo demasiado mecánico. Por si faltaba, en los dos estuvo fatal con la espada.