El ayuntamiento de Alcalá de Guadaira (Sevilla) decretó ayer dos días de luto por la muerte de las dos vecinas --una maestra de 35 años y una jubilada de 80-- que fueron arrastradas por la gran tromba que asoló la localidad el martes por la noche. Alcalá amaneció ayer con un centenar de coches amontonados en las calles, unos encima de otros, y viviendas con desperfectos y barro, mucho barro. Los daños materiales han sido estimados en 3,5 millones de euros.

El gran chaparrón, que llegó acompañado de granizo de hasta tres centímetros de diámetro, fue relativamente corto pero muy intenso: se recogieron unos 60 litros por metro cuadrado en apenas 20 minutos. Toda la provincia de Sevilla se encontraba en alerta por lluvias, aunque en el menor grado de la escala, el color amarillo. En localidades próximas se recogieron entre 20 y 30 litros por metro cuadrado.

La tormenta comenzó sobre las ocho de la noche. "Parecía que habían puesto sábanas blancas en las calles --relataba una vecina para describir el granizo--. Las motos no se veían del hielo que tenían encima". Otra mujer comparó ayer la situación con "un tornado". A eso se le sumó el viento, con rachas de hasta 100 kilómetros por hora. Las calles del centro fueron las más afectadas y el agua, convertida en riada, arrastró flotando medio centenar de vehículos, algunos ocupados. Los servicios de emergencia tuvieron que rescatar a una anciana con su nieto, que resultaron contusionados, y atender al menos a otras cinco personas.

Pero lo peor estaba por llegar. Un autobús de línea perdió el control a causa del agua acumulada y se empotró contra un muro. La pared se vino abajo y sepultó a una mujer. Asimismo, otra persona, maestra de un colegio de Alcalá, falleció ahogada. Su cadáver fue encontrado bajo el coche que conducía. Las fuertes lluvias originaron también problemas en otros puntos de Sevilla, como Los Palacios, Dos Hermanas, El Viso y Brenes.