Una mancha en un lado de la lengua, del tamaño de una lenteja, redonda y de color blanco, puso en marcha hace 19 años la batalla que A. Q., un vecino de Tarragona que ahora tiene 72, mantiene contra el cáncer. Ha superado cinco intervenciones quirúrgicas, y en cada una de ellas ha perdido una porción de lengua, el músculo imprescindible para hablar, comer y respirar. Como les ocurre a muchos de los afectados por cánceres de cabeza y cuello, A. Q. habla con dificultad, como hacen quienes sufren una herida importante en la lengua. "Soy un defensor convencido del diagnóstico precoz --dice A. Q., esforzándose en que se le entienda, lo que consigue--. Es muy importante ir al médico en cuanto te veas algo raro en la boca, o notes cualquier cosa rara en el resto del cuerpo".

La forma de cáncer que él ha sufrido, al igual que el resto de las que afectan a la cabeza y la garganta, suele ser detectada tarde, explican los oncólogos, cuando ha evolucionado y las células malignas ya se han infiltrado bajo los tejidos más superficiales. El oncólogo de A. Q. le dio un día una máxima médica que él repite con gusto: "Si tu mujer, tu amiga o tu novio nota un bulto y no se queja, traémela que la salvaremos. Si le duele, no es necesario que corras, que tendrá poco remedio".

Ya no fumaba

La última operación se la hicieron hace dos meses, tras la enésima sospecha de que las células que recubrían la primera cicatriz podían sufrir alguna alteración. "Siempre en el mismo tramo de la lengua --dice A. Q.--. Al principio, se me formó un endurecimiento que los médicos decidieron eliminar, para evitar que reapareciera la tumoración". Le ha sucedido varias veces. Ha ido perdiendo trocitos de lengua. "Lo característico de estos enfermos es que sufran mermas de voz o de mandíbula", explica la doctora Coro Bescós, cirujana maxilofacial que les interviene en el Hospital Vall d'Hebron.

Cuando a A. Q. le diagnosticaron el cáncer inicial de lengua hacía 12 años que había dejado de fumar. "Dejé el tabaco el año que se celebró en Barcelona el campeonato mundial de fútbol, en 1982", dice, como aludiendo a un dato determinante. Los médicos le dijeron que no se podía atribuir el tumor a su antiguo consumo de tabaco, ya que el periodo de desintoxicación no se prolonga más de 10 años.

A. Q., quiso participar el pasado miércoles en la campaña que Vall d'Hebron organizó para dar a conocer, entre quienes acudieron al centro por cualquier motivo, los signos que deben alertar sobre un eventual cáncer de cabeza y cuello, la sexta forma de tumor maligno más frecuente, con un índice de supervivencia del 50% según la sociedad médica que lo representa, y unos síntomas poco conocidos por los ciudadanos.

Fumar tabaco a diario y consumir más de tres vasos de vino al día constituyen el factor de riesgo principal de los cánceres que afectan a lengua, mucosas bucales, encías, faringe, base de la lengua y parte de la laringe. Cualquier cambio en todas esas zonas que perdure más de tres semanas o moleste debe ser motivo de consulta médica, indicaron los médicos.

"Odontólogos, laringólogos y médicos de familia deberían tener presente la posibilidad de que sus pacientes sufran un incipiente cáncer de cabeza o cuello", advirtió la cirujana Bescós. Esos especialistas, añadió, son los primeros en atender a muchos de los enfermos que, meses después, llegan ante el cirujano.