Paolo Macchiarini, el cirujano que realizó un innovador trasplante de tráquea en el Hospital Clínic en el 2008 y cuya actuación ha provocado la destitución de toda la cúpula del prestigioso Instituto Karolinska de Estocolmo, que propone a los candidatos al Nobel de Medicina, también dejó un agrio recuerdo en la sanidad catalana.

Macchiarini, según una investigación interna y otra externa en el Instituto Karolinska tras las denuncias de algunos compañeros y varios medios de comunicación, no solo alteró su currículum con cargos hinchados sino también los ensayos que debían validar permisos para realizar operaciones quirúrgicas de riesgo. Una práctica que no le aceptaron en el Hospital Clínic de Barcelona, donde fue jefe de servicio de cirugía torácica entre el 2005 y el 2009.

Se fue coincidiendo más o menos con la finalización de su contrato de cuatro años, que no fue renovado tras el inicio de una investigación del comité de ética asistencial del centro catalán y por varios desacuerdos laborales, según confirma el actual director médico del Clínic, Antoni Castells. "Se consideró que sus actuaciones y sus criterios médicos no se ajustaban a nuestras prácticas y código ético", resume.

Según personal del hospital, Macchiarini no tenía escrúpulos para operar desde la rama privada del Clínic, y con abultadas facturas, a pacientes con cáncer que ya habían sido desahuciados por otros profesionales. Varios enfermos catalanes e italianos, la mayoría oncológicos, llegaron a hipotecarse para poder pagar los honorarios del doctor que prometía curarles pese a que la esperanza era remota. Cuando morían, el médico siempre lo atribuía "a otros factores y no a la cirugía" y se presentaba como un genio incomprendido.

PULMÓN ARTIFICIAL

Macchiarini, cuyo carácter ególatra y seductor recuerda el personal que trabajó a sus órdenes, tenía un chalet en Cabrils (Maresme), donde vivía con su familia mientras le prometía a una periodista de la televisión estadounidense casarse con ella ante el Papa, como reveló el reportaje de Vanity Fair que destapó parte de sus mentiras. Como cirujano, era "brillante, con muy buena técnica", según un colega, pero también déspota en el trato, rememoran. Rasgos de carácter que se han destacado en todos los centros por donde ha pasado.

El cirujano, que venía de la escuela de medicina de Hannover, una de las más prestigiosas de Europa, fue invitado a presentarse a la plaza de jefe de servicio por el entonces director médico del Hospital Clínic, el cardiólogo Josep Brugada.

Macchiarini llegó a Barcelona en el 2005 y al poco tiempo anunciaba un proyecto para conseguir un pulmón artificial portátil que iba a ser probado primero en cerdos y luego en humanos, pero que nunca se llegó a ver en funcionamiento en Barcelona. Se trataba de adaptar un producto comercial que algunos hospitales catalanes habían rechazado por su elevado coste. Hoy se aplica con normalidad solo en hospitales y no a domicilio, como prometía, explica un antiguo colega.

SIN COMPLICACIONES

En noviembre del 2008, Macchiarini, autorizado por el hospital, anunció que en junio había realizado con un equipo del Clínic el primer trasplante mundial de tráquea de un cadáver a una persona viva, con un recubrimiento de células madre que impedía el rechazo. Los resultados se publicaron en la prestigiosa revista 'The Lancet'. Pero el cirujano, en la rueda de prensa de presentación del hito médico, en febrero del 2009, no solo omitió el importante papel de sus colegas (del Clínic, Padua y Bristol) sino que obvió las importantes complicaciones posteriores que había sufrido la paciente, un extremo imprescindible para evaluar la viabilidad de una nueva técnica.

Un hecho que sus colegas catalanes llevaron al comité ético del Clínic, que avaló meses después que el médico italiano había cometido "fraude de ley" por estas omisiones. Para entonces, Macchiarini ya estaba fuera del centro, después de que se le hubiera negado un segundo trasplante de tráquea porque el comité ético asistencial del Clínic no aceptó las modificaciones técnicas que proponía porque consideró que no estaban suficientemente probadas para aplicarlas en humanos, explica Castells.

FAMA Y DINERO

Pero el primer trasplante ya había dado a Macchiarini la fama que buscaba. En Italia habían descubierto la historia del prestigioso cirujano, criado en Viareggio (Toscana), a quien la universidad de Florencia no había querido homologar sus investigaciones y por tanto darle el título de profesor. Y entró en juego la política.

Se quiso recuperar al hijo pródigo. Enrico Rossi, primero consejero y luego presidente autonómico de la Toscana por el Partido Democrático, convirtió la sanidad en una de sus bazas electorales en el 2009 y quiso recuperar a Macchiarini, que estaba en el Clínic operando a unos 60 pacientes italianos al año, a quienes la sanidad italiana pagaba la operación y la estancia.

Rossi le ofreció hacerse cargo de un nuevo instituto, el Centro Europeo di Recerca per il Torace, con un contrato de 500.000 euros al año. El centro nunca se llegó a abrir, pero fue incluido en el currículum que envió al Karolinska para conseguir la plaza, al igual que un supuesto centro del Clínic, el "laboratorio de bioingeniería torácica", que nunca existió. Castells afirma, por contra, que en Barcelona se comprobaron sus credenciales y "todo estaba correcto".

EN EL JUZGADO POR SUPUESTA ESTAFA

En Italia, estaban tan entusiasmados con Macchiarini que incluso obviaron que la universidad de Florencia se negaba a aceptarlo como investigador, por un currículum que consideraron inflado. El propio Rossi llegó a recomendarle con una carta personal ante el Karolinska hablando de una “campaña de difamación que sufre en Italia” y proponiendo a los suecos compartir su centro europeo de investigación con Estocolmo y Londres, otro de los hospitales donde operaba el italiano.

Pero no era difamación, era una demanda judicial en toda regla. Un grupo de pacientes le demandó en el 2010 por haberles propuesto ser operados en el Reino Unido pagando 110.000 euros cada uno, y no en Italia a cargo de la sanidad pública. El cirujano fue detenido justo cuando salía de operar a un paciente en el hospital Careggi de Florencia, y puesto en arresto domiciliario. Aún arrastra la causa, por la que tuvo que declarar el pasado mayo ante el juez. Durante una hora y 45 minutos, explica Michele Bocci, el periodista de 'La Repubblica' que siguió el caso, Macchiarini describió con todo lujo de detalles y sin un apunte todos los casos ante el juez "como en una clase magistral".