Alemania, en nombre de toda la Unión Europea, anunció ayer con firmeza que ningún país comunitario se presentará a las conversaciones sobre cambio climático organizadas por Estados Unidos, cuya próxima reunión se celebrará en enero en Honolulú (Hawái), si Washington no acepta unos porcentajes que se han convertido en el meollo de la cumbre de Bali (Indonesia). Se trata de la horquilla 25%-40%, la cantidad de dióxido de carbono que los países industrializados deberían reducir en el 2020 con respecto al nivel de 1990 para frenar los peores efectos del calentamiento planetario, según indicaba el reciente diagnóstico del IPCC, el grupo de expertos en clima de la ONU. La UE quiere que así sea, pero EEUU no está por la faena. Y cada vez queda menos tiempo de negociación: la cumbre concluye hoy, posiblemente de madrugada.

"Sin objetivos claros, no habrá reunión", amenazó Sigmar Gabriel, ministro alemán de Medio Ambiente. "No es un chantaje --añadió luego su homólogo portugués, Humberto Rosa--. Si hubiera un fracaso en Bali, no tendría ningún sentido que los principales emisores del mundo se reunieran después en Estados Unidos. Todos estamos decepcionados con Washington". En la cumbre de Honolulú, que forma parte de una vacua e inútil negociación impulsada al margen de las Naciones Unidas, debían reunirse 16 de las principales potencias emisoras de CO2, incluyendo China, la India, Rusia, Brasil, México, Australia y cuatro países europeos (Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia).

Aunque España no había sido invitada, la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, dijo escuetamente que "confiaba plenamente en Gabriel y en su capacidad de negociación". El Gobierno estadounidense, que sistemáticamente está abortando cualquier avance en Bali en este capítulo, tuvo incluso aplomo para atreverse a responder. "No creemos que estos comentarios los de Gabriel y Rosa sean muy constructivos cuando estamos trabajando para encontrar un acuerdo", afirmó la portavoz Kristin Hellmer.

La conferencia debe decidir ante todo la hoja de ruta para Kioto 2, es decir, el calendario de aprobación y las líneas generales del tratado que sustituirá al famoso protocolo de 1997, cuya vigencia concluye en el 2012. La comunidad se ha puesto el año 2009 como fecha límite para aprobarlo, previsiblemente en una conferencia que se celebrará en Copenhague, puesto que luego se necesitan al menos tres años para que todos los países del mundo lo ratifiquen.

Estados Unidos y sus últimos aliados, Japón (siempre dubitativo) y Canadá (reconvertido a la causa yanqui con el último cambio de Gobierno), esgrimen como excusa que el proceso de negociación acaba de comenzar y es demasiado prematuro hablar de cifras, aunque curiosamente reiteran su propósito de unirse a la hoja de ruta. "No nos basta la palabra compromiso, necesitamos actos", respondió Rosa.

MEJORES MANERAS En cualquier caso, la delegación de EEUU no es tan áspera como antaño. En la cumbre, por ejemplo, dice que quiere dar un impulso a la tecnología del hidrógeno y al llamado secuestro del carbono, los sistemas experimentales para capturar el CO2 y luego sepultarlo bajo tierra. También es partidario de crear un fondo de ayuda a la mitigación del cambio climático en los países pobres y compensar a los que mantenegan sus bosques vírgenes.