El dombenitense Joaquín Ruiz Barroso lleva más de 50 años trabajando como tallista y en la actualidad es el único que ejerce este oficio en toda la comarca.

Desde pequeño se interesó por el dibujo artístico (muy importante para la realización de esta labor) y a los 14 años comenzó a trabajar en un taller de la ciudad, con Antonio Gallego. También estuvo acudiendo a la escuela sindical por las noches y a la escuela de artes y oficios, con el maestro Juan Aparicio. Según explica, estuve "poco tiempo" y apendió el oficio "prácticamente solo, trabajando mucho y sin apenas estudios".

Posteriormente marchó a Madrid, donde estuvo aproximadamente 10 años trabajando en la misma profesión él solo. Tras casarse, regresó a su ciudad natal, donde lleva ejerciendo desde hace unos 30 años.

Joaquin Ruiz asegura que para este oficio hay que tener vocación. "Yo me jubilaré en menos de dos años, y no quedará en la comarca ningún otro tallista. Hay jóvenes que desconocen que este trabajo artesanal se sigue haciendo en la zona y creo que si esto sigue así cuando me jubile desaparecerá el oficio. Tradicionalmente, les fue difícil la supervivencia a tallistas tanto en piedra como en madera, imagineros, pintores o escultores natos, y ahora, más aún", lamenta este singular artista.

También, explica que "una obra de arte dura largos años" y su adquisición "es muy costosa", además de que la industrialización presenta ciertas obras serigrafiadas de resina u otra composición química de muy buena estampa, y sobre todo muy baratas, que el público suele aceptar.

El proceso

Para realizar su trabajo, Joaquín Ruiz debe primero dibujar lo que va a tallar después. Posteriormente, el carpintero recorta la pieza y finalmente él le va dando forma con su principal herramienta de trabajo, la gubia, que la hay con diferentes vueltas y tamaños. Así, con mucha paciencia hasta que consigue moldear la figura. Ha tallado imágenes, pasos y andas para las iglesias, y todo tipo de muebles, es decir, todo lo que se pueda tallar, para clientes en diferentes puntos de España e incluso para fuera de nuestras fronteras. Por ejemplo, hizo una imagen de Jesús y los evangelistas para la catedral de Badajoz y sillones para la embajada rusa.

En cuanto a la crisis, destaca que también ha afectado mucho a su oficio: "Lo estoy notando. Tengo mucho menos trabajo, cuando antes no paraba".

Asegura que cuando se jubile echará mucho de menos su profesión, por lo que no piensa dejarlo del todo. "Siempre que mi salud me lo permita seguiré tallando en mi casa", añade. Tampoco descarta ofrecer cuando se jubile talleres o cursos para que no se pierda este bonito arte en la comarca.